La punta del ovillo, un problema ideológico

Los problemas pueden tener muchas variantes. Existen problemas que no revisten discusión sobre su condición de tales. Y otros sobre los cuales la cosa ya no es tan fácil.

Por ejemplo: Saber cuánto es 2 + 2 es un problema que no reviste ninguna discusión de su condición de tal. Sí, es una cuenta. Un problema que se resuelve con una cuenta. 

En el otro extremo se podría plantear un problema respecto de los aumentos puntuales de precios. Fíjense lo que ocurre actualmente en la realidad argentina. Algunos plantean un grave problema por el aumento de precios, otros dicen que es natural al crecimiento y todos tienen distintas formas de atacar estos aumentos. Porque se trata de un problema opinable. En nuestro ejemplo hay recetas que van desde el más burdo enfriamiento de la economía hasta el absurdo de decir que la inflación es consecuencia de la manera como se mide (y atacan el Indec), y en el medio muchas recetas vinculadas a éstas o no.

Los politólogos sabemos que son difíciles las disciplinas con problemas subjetivos, que requieren la participación de los actores sociales para su determinación. Todos pueden discutir con un politólogo, pero casi nadie con un ingeniero en química, por ejemplo. No está ni mal ni bien (dependiendo de las actitudes de los discutidores), en todo caso hace particulares a algunas profesiones.

Ahora bien, una vez que sabemos que algo es un problema, y lo definimos como tal, aparece una segunda etapa que es la de resolverlo. Tanto para definir un problema como para resolverlo aparece la ideología. La punta del ovillo es ideológica.

El caso de la seguridad es claramente así: no es lo mismo tironear de el policiamiento del delito, de las cárceles, de las penas, que por otro lado, y en conjunto con estas cosas, hacer foco en la integralidad que significa reconstruir los lazos familiares, mejorar el bienestar social, los sistemas de salud, los niveles de educación.

Incluir en la sociedad a un pibe significa un impresionante ahorro de energías por parte del Estado cuando éste sea grande. Un Estado inclusivo empieza por los pibes porque la educación es la única forma de resolver las desigualdades cuando ese pibe sea grande.

 No es lo mismo la punta del ovillo de la que se tire. Veamos.

Ante un posible aterrizaje de la crisis internacional en la economía local, pueden surgir infinidad de problemas que requerirán la acción del Estado. Es verdad que la economía argentina está fuerte por todo lo que se hizo estos años. Si el crecimiento argentino hubiera respondido al "viento de cola" el traspaso de la crisis internacional a la local sería automático. Pero más allá de lo anterior, la crisis puede tener algún tipo de impacto en la Argentina, generando distintos inconvenientes.


Mientras algunos están preocupados por la economía financiera, sin entender que el aumento de las reservas forma parte de un modelo integral de crecimiento y producción, y sin entender que las reservas aumentaron como resultado de una estrategia de desendeudamiento e independencia económica. Son las personas que tiran de la punta de la estabilidad financiera, que se olvidan de la economía real, se olvidan que detrás de una crisis hay personas reales que trabajan. Estas personas nunca apoyarían medidas que toquen el sistema financiero, porque representan la libertad financiera.


Y que quede claro, detrás de la libertad financiera (como en cada uno de los sectores) existe el libertinaje del más fuerte, del poderoso. La regulación siempre existe en favor de los más chicos, los más vulnerables. nadie debería dudar de esta verdad. Detrás de la desregulación financiera sobreviene la especulación, con los grandes actores jugando contra el Estado, que, sabemos, somos todos.


Ante cada situación problemática, se destacan distintos problemas principales, según sea el biógrafo. ¿Por qué es así? Porque claramente se representan distintos intereses y se apunta, por tanto, a distintos objetivos. Recordemos que quien impone su diagnóstico de los acontecimientos logra la pole position en la definición de las decisiones a tomar para resolver el problema diagnosticado.


Es mucho más fácil desregular que regular. Pero empezar a entender para qué se regula, y por qué, reviste un rol clave en esta etapa. Un Estado fuerte, solvente, equilibrado en sus cuentas, en conjunto con una economía en la que ingresan más divisas que las gastadas, es un requisito fundamental para atender las necesidades de los sectores vulnerables en la lucha por la igualdad social, por el aumento del trabajo y la producción. Para que el Estado lidere este camino debe ser fuerte, porque no es un camino llano, la puja distributiva siempre tendrá intereses encontrados contra un Estado que no es imparcial, que no es neutral. Por tanto el Estado debe ser fuerte.


No es lo mismo, ante una crisis internacional, mirar las reservas:

Que hacer hincapié en la inclusión social.

No perdamos de vista el rumbo.