El fetichismo de lo técnico en la Administración Pública

En este blog (o sea yo, je) siempre se ha sostenido que el Estado nacional tiene una deuda estructural pendiente con la manera como funciona su administración pública nacional.

No obstante lo cual, en este mismo sitio siempre se ha sostenido que la prioridad por reconstruir una nación igualitaria -con equidad en la distribución del ingreso y desconcentración de la riqueza- no puede detenerse ante ningún escollo interno o externo. Y para generar igualdad hay que romper algunos huevos. Imposible mejorar el bienestar social sin enfrentar intereses concentrados. De ahí el fuerte apoyo popular que tiene el gobierno nacional.

Hoy en el editorial de La Nación, leemos:

"La tendencia a ubicar parientes en puestos públicos se ha arraigado con tal fuerza en el país que hoy se muestra como la regla y no como la excepción que debería ser.
Los concursos de oposición y antecedentes han quedado relegados a muy pocos ámbitos. La cercanía con el mandatario de turno se impone a la idoneidad o eficiencia que demanda el cargo por cubrir. El nepotismo que tanto asombraba hace algunas décadas, amasado al calor de feudos sin pudor frente al abuso de poder, adopta por estas horas formas extravagantes y hasta consentidas."

¿Qué está diciendo La Nación? Que el Estado no debe contar con personas que tengan criterio político, sino con técnicos, que claramente son más fáciles de cooptar por el sector privado. Es otro intento por dañar la política, buscando eufemísticamente separarla de la gestión, como se intentó hacer en los 90s (cfr. New Public Management, y la importancia de los técnicos para aplicar un modelo a imitar -como lo era el que salía del recetario del Consenso de Washington-). 

No caben dudas que la idoneidad es fundamental para la gestión (decir otra cosa es confundir todo, también), pero lo es tanto o más el criterio político y la vocación de transformar la realidad. Y la realidad se transforma afectando intereses de actores sociales en puja, no aplicando modelos.

No mezclar la política con algo es propio de los que quieren sacar ventajas de ese algo. En cada caso que se busca separar la política, hay alguien que está tratando de sacar ventaja (de ejercer poder gracias a la desregulación estatal). La política siempre está en realidad, no se la puede separar pero dejar hacer (con alguna excepción) es una política también. Mezclemos la política si queremos un pueblo feliz, porque dejar hacer implica darle la oportunidad de sacar ventajas al que ya las tiene.

Comentarios

Hache dijo…
Y hoy Biolcati llamó a superar el "perverso rol del Estado"... Como para darme la razón. Gracias chango.
tef dijo…
El Estado tampoco es algo homogéneo hay áreas que requieren saberes específicos ni con eso ni con pura vocación política se consiguen logros. El que te llena de tecnócratas la administración mira más su posición política que su CV aunque te quieran hacer creer lo contrario.
Yo creo que existen personas con criterios políticos, capaces, creativos y responsables pero no siempre se les da el espacio
Ricardo dijo…
Y Macri a "simplificar el rol del Estado". El viento los junta...

Saludos.

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