Muchas gracias a vos. ¡Viva la Patria!

Construir un Estado en función de la igualdad, un Estado coherente, que priorice la inclusión de los que no acceden a todas las posibilidades de consumo mínimas para vivir con bienestar social, requiere muchos esfuerzos sociales.

Cada vez que los sectores mejor posicionados de la economía argentina se quejan porque hay controles que les impide la total libertad de consumo o comportamiento, cabe preguntarse si detrás de ese comportamiento no existe una potencial herida al Estado. Y comprender que si esto es así, un Estado lastimado (por ejemplo con menos reservas o con déficit fuerte), no puede sostener el bienestar logrado ni, mucho menos, profundizar el modelo para aumentar la cantidad de ciudadanos con acceso al bienestar.

Surge entonces un conflicto de intereses, conflicto que se ha dado en llamar puja distributiva. Puja que no se da en el aire, sino que integra a todos los actores sociales y que se adapta a cada coyuntura. Por eso cada vez que el interés del rico choca con los controles del Estado, es pertinente preguntarnos si esos controles están puestos para favorecer la salud de un Estado que en todos estos años fue coherente construyendo una Argentina mucho más inclusiva que antes.

Ese esfuerzo social requiere solidaridad, y si esa solidaridad no es unánime el Estado debe "simularla". Porque un país con justicia social se construye con solidaridad (o Estado).

Hace nueve años, nos decían que:

Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro.


Basta ver cómo los países más desarrollados protegen a sus trabajadores, a sus industrias y a sus productores. Se trata, entonces, de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que su padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo.
 
Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad de acceso a la educación, la salud y la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno. Es el Estado el que debe viabilizar los derechos constitucionales protegiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad, es decir, los trabajadores, los jubilados, los pensionados, los usuarios y los consumidores.
 
Reinstalar la movilidad social ascendente que caracterizó a la República Argentina requiere comprender que los problemas de la pobreza no se solucionan desde las políticas sociales sino desde las políticas económicas.
 
La sabia regla de no gastar más de lo que entra debe observarse. El equilibrio fiscal debe cuidarse. Eso implica más y mejor recaudación y eficiencia y cuidado en el gasto. El equilibrio de las cuentas públicas, tanto de la Nación como de las provincias, es fundamental.


El país no puede continuar cubriendo el déficit por la vía del endeudamiento permanente ni puede recurrir a la emisión de moneda sin control, haciéndose correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos.

Ese equilibrio fiscal tan importante deberá asentarse sobre dos pilares: gasto controlado y eficiente e impuestos que premien la inversión y la creación de empleo y que recaigan allí donde hay real capacidad contributiva.

No se puede recurrir al ajuste ni incrementar el endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la exclusión de los argentinos, generando más pobreza y aumentando la conflictividad social. 
 
Nuestra prioridad en política exterior será la construcción de una América Latina políticamente estable, próspera, unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia social.
 
Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada.
 
No he pedido ni solicitaré cheques en blanco. Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos.
 
Muchas gracias. ¡Viva la patria!
No, flaco: muchas gracias a vos.

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