Expectativas económicas, la sal del presente
Las expectativas son la sal del presente. Si todos creemos que vamos para algún lado en particular, las probabilidades de llegar a ese lugar son más altas. Las expectativas tienen que ver con la consideración del futuro que hacemos en el presente. Si creemos que el futuro estará bien traemos ese optimismo al presente.
Si Messi tiene una optimista expectativa sobre su propia capacidad de gambetear es más probable que le salga la gambeta. ¿O acaso alguien se levantó una mina teniendo cero expectativa de lograrlo, de que le dé bola? Las expectativas juegan un rol importante. Sentirse bueno en algo ayuda a ser bueno. Para ser bueno en la cama (me contaron) hay que creérsela un poco ¿no? Sino la falta de confianza juega en contra. La vida está llena de expectativas.Y esas expectativas inciden en el presente.
Y cuanto mejores sean las expectativas sobre el futuro cabe suponer que mejor será el futuro (ceteris paribus). Lo cual se refuerza por una visión procíclica que lleva a sentir que si las cosas están bien macro, meso y microeconómicamente por un largo lapso de tiempo, entonces estarán cada vez mejor.
Hoy en varios diarios salió publicado el IGEE (Índice General de Expectativas Económicas) de la UCA - Gallup, que creció en abril al igual que en marzo. Es una noticia muy importante sobre la economía, porque tiene que ver con lo que va a pasar en el presente: si los empresarios creen que van a vender más, es posible que tomen decisiones de inversión en consecuencia, tomen empleados, etc. Si las familias tienen buenas expectativas sobre sus ingresos es posible que se animen a consumir más.
Los empresarios consideran (el 34%) que la situación económica mejorará, más de los que consideran que empeorará (17%), y esto es clave para las decisiones empresarias presentes.Y la otra noticia es que estas expectativas no sólo crecieron sino que además están en su mejor momento histórico. Lo cual es consecuente con los niveles de inversión récord que vive el país, en el marco de crecimiento de la economía en todas sus regiones (aunque todavía exista un fuerte disparidad entre ellas).
Esta información también se encuentra en sintonía con el crecimiento del índice de confianza del consumidor (ICC), lo cual no sólo hace viable un mayor consumo -e inversión- sino que también se vincula con una sensación superior de bienestar en la población. No es menor.
Cuatro viñetas:
- Las expectativas pueden jugar en contra también. Sería el caso de una expectativa negativa sobre el futuro. O es el caso de la inflación: si uno cree que aumentarán los precios en el futuro trae ese aumento al presente para poder sostener los costos futuros con el ingreso presente. O bien si uno cree que las personas seguirán consumiendo (gracias a mejores salarios, etc.) a pesar de grandes aumentos es posible que entonces uno se aproveche de eso y suba los precios por encima de su estructura de costos.
- Trabajar sobre las expectativas es un desafío permanente de todo gobierno.
- En toda negociacion las expectativas también juegan un rol, en este contexto para el gobierno, negociar con la CGT y la UIA, es un poco más simple que en otros momentos de la historia. ¿Qué estamos diciendo? Si los números actuales de estos actores sociales son positivos y su expectativa futura es de crecimiento, cabe suponer que resulta más simple exigirles actos o comportamientos de solidaridad (cabe aclarar: más simple, dentro de lo complicado de este tipo de negociaciones).
- Esta situación permite debates inéditos para la historia argentina, como la distribución de ganancias entre los trabajadores. Y es motivo de aplausos (aunque siempre con pie de plomo).
Por tanto, dada la situación actual, si uno no rinde en la cama, no se debe tanto, como en otras épocas, a tener expectativas negativas respecto del futuro económico, sino que habrá que bucear en problemas de propia autoestima y confianza para sentirse seguro en el acto.
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