Argentina. Comparación PBI, EMI, Empleo y UCI

Elaboración propia en base a datos del MECON y Ministerio de Trabajo (MTEySS).

En el gráfico (click para agrandar), se pueden ver algunas relaciones que son interesantes.

Pero primero, expliquemos sucintamente  qué indica cada una de las variables presentadas:

  • El PBI expresa la suma del valor agregado de la economía para un período dado. Es el producto generado dentro de un país. Es una medida cuantitativa del tamaño de la economía. Su pasaje a una moneda única sirve para comparar con otros países. La utilización de un precio constante -como aquí- sirve para limpiar las diferencias ocasionadas por las variaciones de precios y analizar el crecimiento o disminución real de la economía.
  • El empleo registrado es la suma de todo el empleo en blanco que tiene la economía. Cabe destacar que este empleo es un tanto menos flexible y menos elástico que el empleo en negro (este último presenta inconvenientes sociales y busca ser evitado).
  • El estimador mensual industrial (EMI) muestra la evolución de la industria.
  • La utilización de la capacidad instalada (UCI) refleja el grado del uso de las instalaciones industriales. Suele comentarse que arriba del 80% u 85% empieza a ser una señal de alerta para el crecimiento económico (en la medida que no se trate de cuestiones estacionales).

Lo más llamativo en el gráfico, es la manera como se acompañan las líneas de empleo y EMI. A medida que crecen los sectores industriales, naturalmente, crece la utilización de la mano de obra, siendo elástica hasta 2009, el trabajo aumentó a medida que crecía la industria. Como llamado de atención aquí existe un fenómeno dado por la concentración industrial de la economía, las empresas grandes, que crecen a la par de la economía -o más que la media- son las que más trabajo registrado manifiestan.

El PBI en todos los casos baja el primer trimestre de cada año, esto es natural (estacional). Como puede verse entre las puntas estudiadas, el producto interno casi se duplicó. Lo cual, concomitantemente, fuerza la capacidad instalada que suele ser insuficientemente elástica (las inversiones llevan tiempo) y obstaculiza, en este caso, un crecimiento aún mayor. Como se puede ver, salvo que se provenga de una fuerte recesión (que haya liberado capacidad instalada), es casi imposible que una economía crezca a más del 10% anual de manera sostenida (ver caso de China). Esto tiene que ver con limitaciones, entre las que cabe agregar los tiempos de las inversiones, el crecimiento de la población, y distintas presiones hacia equilibrios internos y externos.

Un desafío permanente es articular la inversión para que acompañe el crecimiento sin generar cuellos de botella ni disputas intersectoriales. Mirando el gráfico, cabe suponer que la inversión es fuerte en la Argentina porque la UCI sube poco respecto del aumento de los sectores industriales.

Lograr la armonía entre inversión y crecimiento es un horizonte, que implica un camino que podría llamarse puja distributiva. La construcción de poder en función de un proyecto de gobierno institucionalizado es la mejor forma de canalizar esta puja, dominada por los grises. Esto último nunca puede ser una situación acabada y presenta constantemente retos al gobierno. Esta puja se resuelve políticamente por acción u omisión, por tanto el Estado es el actor principal en este juego.

Respecto del empleo registrado, puede observarse que durante la crisis financiera internacional de 2009, se mantuvo estable gracias a políticas anticíclicas implementadas por el gobierno. Durante estos trimestres se vio mayormente afectado el empleo en negro (más difícil de medir, con encuestas) y se cayeron varios microemprendimientos (los más sensibles) en las zonas urbanas.

Desde 2010 la absorción de empleo por parte de una economía que crece, en términos generales e industriales, es menor. Esta situación genera nuevos desafíos. No sólo para el aumento del empleo, sino especialmente para la creación de empleos de calidad (normalmente en el sector industrial) que impliquen una presión menor por parte del Estado, sobre el sistema productivo en su conjunto, para alcanzar una mejor participación salarial de los trabajadores y un mayor bienestar social en todos los sectores de la sociedad.

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