¿Y política para qué? Aportes para pensar el problema habitacional (por Romina Barrios)

¿Cuántos vecinos de los barrios del centro y del norte de la ciudad de Buenos Aires conocen los barrios del Sur? Tomando en cuenta el riesgo de generalizar,  me animo a decir que un profesional que vive en Caballito y trabaja en el microcentro pudo no haber estado nunca en Villa Lugano, Villa Riachuelo o Mataderos. Puede pensar que “La Oculta” está en el conurbano, y no en Mataderos, o no haber escuchado nunca hablar de  Los Piletones.

Más que hostigar a algún vecino sobre porqué conoce la Boca (o Caminito) cuando pasea con un turista o Soldati cuando asiste a un partido de tenis, lo que me interesa señalar con este ejemplo son las fronteras territoriales que existen en la ciudad de Buenos Aires. Fronteras simbólicas que no necesitan de la construcción de muros; aunque de esas también hay. Grimson, antropólogo argentino y estudioso sobre los barrios populares, habla de la “segregación espacial clásica” en Buenos Aires y el advenimiento de nuevas fronteras a partir de los efectos sociales de las políticas neoliberales. Al respecto hace una lúcida comparación entre el aluvión zoológico de la etapa de industrialización sustitutiva, que llega a la capital en los 50, y los cartoneros que se trasladan a los barrios medios para reciclar basura. Las consecuencias sociales del neoliberalismo profundizan estas fronteras y crean otras nuevas. Los pobres, desocupados e indigentes son extraños en los barrios medios. Tienen que tener razones para estar del otro lado de Rivadavia. Su presencia siempre es cuestionada con una extensa cantidad de argumentos, por nombrar algunos: higiene, seguridad, falta de trabajo para los locales, están motivados por pereza y vagancia, no tienen cultura de trabajo.

Para sumar algún otro punto a mi argumento, quiero mencionar que el gobierno autónomo en el año 2000 creó un organismo, la Corporación Sur, que tenía como objetivo corregir estas asimetrías entre el sur y el resto de la ciudad. Poco se avanzó en ese sentido, basta mirar la inversión pública en la zona. Y en lo relativo a la política habitacional, ¿qué ocurrió?, ¿qué datos pueden ayudarnos a pensar la situación en Soldati?

La Constitución de la Ciudad reconoce que es imperativo resolver el problema habitacional y la urbanización de las villas. La política habitacional de los gobiernos anteriores  fue errática. Se reconocen algunos avances, por ejemplo, en torno a la sanción de la ley 341, que puso en marcha el programa de autogestión de la vivienda, aunque tuvo muchas dificultades en su aplicación. De todos modos, la emergencia habitacional no cedió y la llegada de Macri al gobierno vino de la mano de la eficiencia, la racionalización del gasto y promesa de “mucha vivienda y urbanización”.

La crisis habitacional no cede porque la población en las villas se incrementa (aparece el fenómeno del “alquiler” que produce un fuerte hacinamiento) y la política habitacional de Macri no ayuda: 81 casas construidas (ascienden a 300 si se suman las que ya estaban en ejecución), ni un sólo proyecto presentado para recibir fondos del Plan Federal de Viviendas, patotas para echar a la gente en situación de calle, albergues de tránsito más parecidos a cárceles, desalojos de hoteles, inquilinatos o casas tomadas y subsidios vergonzosos para una supuesta compra de lote en el conurbano. En resumen, la estrategia de intervención estatal para atender a los problemas de vivienda de los sectores populares está signada por desalentar que vivan en la ciudad, como alguna vez mencionó Del Cioppo, a cargo de la Comisión Municipal de la Vivienda en la gestión Cacciatore y co-responsable del plan de erradicación de villas que expulsó a 300.00 personas de la ciudad en la última dictadura, “hay que merecer vivir en la ciudad; no cualquiera puede vivir en ella”.

Los hechos de Soldati muestran descarnadamente la (no) política de Macri, sumada a una estrategia electoral que busca aglutinar a grandes porciones de la clase media que desconocen a ese otro, ese ciudadano que no es tratado de igual manera, que no tiene los mismos derechos. Sucios, vagos, delincuentes, drogadictos y la máxima: inmigrantes. Tan burdo y obvio, tan insultante al sentido común. Ensayo y error, vamos a ver qué pasa con las encuestas de La Nación si decimos: “hordas descontroladas de inmigrantes”, “no podemos solucionar el problema de vivienda del MERCOSUR” (¿sabrá que Bolivia no está en el MERCOUR?). Ni un empacho, absoluta impunidad, la misma que tiene para sostener que urbanizó villas con una ejecución presupuestaria destinada a tal fin del 18%. No hay ningún dato que sostenga que el problema habitacional está ocasionado por la inmigración. Eso no importa, se puede construir un relato sobre una base falaz mientras haya margen para alimentar el discurso de los ciudadanos porteños trabajadores y bien pensantes.

También me pregunto de qué sirve abrir una calle en una villa, urbanizarla, cuando el discurso sigue siendo fascista y estigmatizante. No sólo se profundizan la segregación, también aparecen nuevas fronteras. Ahora se habla de pobres contra pobres, de vecinos que rechazan a los villeros. ¿Cómo explicarles que cuando su papá trabajó y trabajó y llegó a tener su casa vivíamos en una Argentina con movilidad social ascendente atada al modelo de la ISI y a la posibilidad laboral? ¿Cómo explicar la destrucción social del neoliberalismo?

El problema habitacional es complejo y enorme, por ello requiere de múltiples estrategias de intervención.  Pero el diagnóstico para pensar soluciones al problema habitacional no puede olvidar que la urbanización argentina está ligada al desarrollo económico y, hablando de la historia reciente, fuertemente relacionada con las consecuencias sociales del modelo neoliberal: intensificación de la segregación urbana y muchos hermanos excluidos del sistema productivo, que buscan acercarse a la centralidad que da la ciudad para sobrevivir.

Mientras tanto Macri libera tierras para el mercado que no construye vivienda social, ¿y el Estado? Tampoco. Me pregunto si detrás del discurso disfrazado de progre del macrismo  de urbanizar villas, que tampoco llevó adelante, no estará implícita la idea de ni siquiera construir vivienda social. Escucho muchas críticas sobre el Plan Federal de Viviendas (a nivel nacional) que hablan de objetivos atrasados e ideas primitivas “de construir casitas a troche y moche” sin pensar en hacer ciudad. Y reflexiono, el Estado Nacional construyó desde 2004 hasta hoy alrededor de 300.000 viviendas, 250.000 soluciones habitacionales y hay en ejecución 235.000 entre estas dos categorías. Dato que muestra que el Federal  tiene otros subprogramas y programas complementarios que no sólo tienen la “mirada –que algunos llaman- primitiva” del primer peronismo vinculada a la construcción directa. Además, los objetivos demodé se relacionan con la idea de pensar el Plan Federal para reactivar la economía y dar trabajo a través de la construcción de casitas, y no hablar de hábitat y derecho a la ciudad. Pero claro, si no pensamos en el momento en el que se lanzó el Federal y el escenario en el que estábamos, ¿cómo y con quién dábamos esa discusión con los efectos de la crisis? Aclaro, queda mucho debate para dar sobre políticas de vivienda, pensar en torno al déficit urbano más que habitacional, construir instrumentos normativos y de gestión para arribar a estos fines, trabajar sobre el acceso de los sectores populares al mercado del suelo, entre otros.

El kirchnerismo construyó desde 2004 hasta hoy más que en los últimos 30 años. Todavía falta, demasiado, y la deuda social es enorme. Pero lo cierto es que el gobierno nacional con sus aciertos y sus no tanto hizo muchísimo más que los gobiernos que lo precedieron desde el advenimiento de la democracia. El caso de Gral Roca en Río Negro es muy interesante en materia inclusiva, otros: Moreno y el laburo del IDUAR con organizaciones, Avellaneda (Villa Tranquila), el trabajo en  Carlos Gardel y Villa Palito. Avances del PROMEBA en Mendoza, también muy interesantes. Lo mismo con el PROMBEBA II en Resistencia Sur.

Mucha gente que escribía y hablaba desde la universidad hoy está en la gestión, como en el caso del Instituto de la Provincia de Buenos Aires. El Consejo Federal de Planificación y Ordenamiento Territorial desarrolló el Plan Estratégico Territorial y presentó un proyecto de Ley de Ordenamiento Territorial que se va a discutir en Audiencias Públicas en todo el país con el fin de que llegue con el mayor consenso a las cámaras.

La toma de decisión en política pública es compleja. Cualquiera que haya analizado una política pública, ya sea un programa, un plan o toda una política sabe muy bien que está atravesada por muchos imponderables, conflictos de intereses y distintas tomas de posición. Sabe también que el Estado no es un actor social, es un conjunto de fuerzas sociales que pugnan por imponer su solución al problema. En muchos casos ni siquiera podemos decir que hubo mala voluntad cuando fracasa una política, pero lo que no debemos dejar de soslayar es la necesidad de seguir pensando en hacer política para los sectores que aún están más postergados.

En eso radica la diferencia entre el gobierno de la ciudad y el nacional, Macri no hace política social y no quiere ni siquiera intentarlo. El “mejor que decir es hacer” no aplica en este caso, los habitantes de las villas no son ciudadanos, no merecen habitar la ciudad, su vida no vale ni dos mangos y el discurso sigue erigiéndose con las mismas concepciones que en la dictadura. 



Comentarios

Hache dijo…
creo que es pertinente completar la excelente nota de Romina con esta otra, periodística, de R. Navarro: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-159340-2010-12-26.html

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