Deuda y elecciones 2017. Macri y su triunfo
Se confirma una máxima histórica de la Argentina: el gobierno que domina
el sector externo (en este caso con exceso de deuda), obtiene
gobernabilidad, y esa combinación es amada por los argentinos. Que rico
todo.
¿Qué quiere decir esto? La Argentina atraviesa su peor déficit de cuenta corriente en, por lo menos, 15 años. La Argentina tiene hoy niveles de fuga (formación de activos externos según el balance cambiario del BCRA) récord. La inversión extranjera no supera a la de los peores momentos del gobierno anterior, y entran montos altos para valorización financiera en Lebacs.
En septiembre 2017 entraron 72 millones de USD por inversión extranjera. Equivalen a 3,3% de USD que salieron por fuga. La relación espanta.
Entre dic2015 y sep2017, la cuenta corriente reflejó un déficit de 26.884 MU$, la fuga (FAE) fue de 27.506 MU$ y se tomó deuda por 105.000 MU$, las reservas por su lado subieron 26.000 MU$.
Pero la estabilidad económica en base a la deuda se ha logrado, los sectores más fuertes del capital siguen ganando. Aunque es verdad que ganan mucho más aquellos sectores más vinculados con negocios transnacionalizados (energía, bancos extranjeros, grandes exportadoras del agro y multinacionales que consiguen dólares baratos para remitir) que aquellas grandes empresas menos globales. Y por supuesto también gana y se vial-biliza la patria contratista amiga a Cambiemos.
La gobernabilidad está puesta en la herencia: en el inmenso margen para asumir endeudamiento que tiene el Estado hoy.
Bancos extranjeros y multis que financian funcionarios del gobierno, les ganaron a la (no) burguesía nacional de los capitales locales. No creo que en este escenario haya medidas que favorezcan la producción local (como devaluar, etc) y sí que habrá más ajuste fiscal y deuda, con alguna reforma laboral, impositiva y previsional que compensará más las billeteras de los empresarios que la actividad de sus fábricas. Porque multis y bancos pueden sobrevivir en el desierto (a veces hasta mejor), nada necesitan del bienestar local y nada lo promueven.
Por ahora ganan los que toman créditos afuera, los ingresan, los pasan a pesos, valorizan con las tasas de Lebacs que vuelan contra el dólar, compran dólares baratos y se fugan. Al país le queda la deuda externa, que ahoga paulatinamente el gasto público en todo lo que no sea pago de intereses. Esta historia ya la vimos.
¿Cuál es el drama? Que esa gobernabilidad que se consigue en base a un instrumento que no puede ser para siempre, la deuda externa, es inestable y efímera en el mediano plazo. Seguramente los problemas lleguen después de 2019, pero sin dudas no hay un plan de solución permanente de los problemas del sector externo (nunca lo hubo).
Llevar adelante un país requiere coordinación política y económica, de intereses y necesidades, cuanto más amplío sea el gobierno en esa búsqueda mejor futuro tendremos. Hasta acá todo indica más contracción que expansión.
¿Qué quiere decir esto? La Argentina atraviesa su peor déficit de cuenta corriente en, por lo menos, 15 años. La Argentina tiene hoy niveles de fuga (formación de activos externos según el balance cambiario del BCRA) récord. La inversión extranjera no supera a la de los peores momentos del gobierno anterior, y entran montos altos para valorización financiera en Lebacs.
En septiembre 2017 entraron 72 millones de USD por inversión extranjera. Equivalen a 3,3% de USD que salieron por fuga. La relación espanta.
Entre dic2015 y sep2017, la cuenta corriente reflejó un déficit de 26.884 MU$, la fuga (FAE) fue de 27.506 MU$ y se tomó deuda por 105.000 MU$, las reservas por su lado subieron 26.000 MU$.
Pero la estabilidad económica en base a la deuda se ha logrado, los sectores más fuertes del capital siguen ganando. Aunque es verdad que ganan mucho más aquellos sectores más vinculados con negocios transnacionalizados (energía, bancos extranjeros, grandes exportadoras del agro y multinacionales que consiguen dólares baratos para remitir) que aquellas grandes empresas menos globales. Y por supuesto también gana y se vial-biliza la patria contratista amiga a Cambiemos.
La gobernabilidad está puesta en la herencia: en el inmenso margen para asumir endeudamiento que tiene el Estado hoy.
Bancos extranjeros y multis que financian funcionarios del gobierno, les ganaron a la (no) burguesía nacional de los capitales locales. No creo que en este escenario haya medidas que favorezcan la producción local (como devaluar, etc) y sí que habrá más ajuste fiscal y deuda, con alguna reforma laboral, impositiva y previsional que compensará más las billeteras de los empresarios que la actividad de sus fábricas. Porque multis y bancos pueden sobrevivir en el desierto (a veces hasta mejor), nada necesitan del bienestar local y nada lo promueven.
Por ahora ganan los que toman créditos afuera, los ingresan, los pasan a pesos, valorizan con las tasas de Lebacs que vuelan contra el dólar, compran dólares baratos y se fugan. Al país le queda la deuda externa, que ahoga paulatinamente el gasto público en todo lo que no sea pago de intereses. Esta historia ya la vimos.
¿Cuál es el drama? Que esa gobernabilidad que se consigue en base a un instrumento que no puede ser para siempre, la deuda externa, es inestable y efímera en el mediano plazo. Seguramente los problemas lleguen después de 2019, pero sin dudas no hay un plan de solución permanente de los problemas del sector externo (nunca lo hubo).
Llevar adelante un país requiere coordinación política y económica, de intereses y necesidades, cuanto más amplío sea el gobierno en esa búsqueda mejor futuro tendremos. Hasta acá todo indica más contracción que expansión.
Comentarios
Cada día entiendo menos a los Nac&Pop, pero bueno, les deseo que rápidamente se les pase el ardor intenso que están padeciendo... compren pomada Manzán...