Editorial de La Nación. La solución vertical a la violencia escolar vs. la solución política
Parece que el 2 de octubre es el día internacional de la No violencia. Y este es nuestro pequeño homenaje.
Leemos maravillados el siguiente párrafo en el editorial de hoy de La Nación y un poco (muy poquito) nos violentamos (!):
Decimos "maravillados" por la riqueza que nos brinda para decir un par de cosas. Entre ellas la que sobresale es el análisis vertical que este diario tiene de los problemas. No hay forma de estar de acuerdo con nada: ni con el diagnóstico ni mucho con la solución. Aunque parte de la información sea correcta, se trata de otro editorial orientado a la formación. Y contra eso nos sublevamos.
La lectura de los problemas de violencia, educativos, etc. -de todos los problemas en realidad- debe tener soluciones horizontales y no verticales. ¿Qué quiere decir esto? Que los problemas de violencia familiar, por ejemplo, se abordan desde la cercanía del Estado en múltiples aspectos: trabajo digno, medio ambiente saludable, sistema de salud pública eficaz, derechos humanos atendidos, hábitats de viviendas funcionales, y por supuesto educación pública fortalecida para atender la enseñanza y los problemas que puedan replicarse dentro del establecimiento como consecuencia de existir afuera.
Esta lógica funciona para la violencia, la seguridad, la educación, etc. Se trata de abordar los problemas pensándolos políticamente en función de la cohesión, la integración y la inclusión social. Y eso requiere hacer hincapié en convertir en derecho las necesidades de los sectores vulnerables, no en aislar los derechos existentes de los sectores acomodados. Se trata de una búsqueda de equilibrios sucesivos que permitan el ascenso social.
Es curioso como llegamos de la violencia escolar a los valores de la libre circulación... Olvidándose interesadamente del valor constitucional de reclamar por los derechos laborales o sociales que se consideran justos. Siendo éstos últimos derechos que caben destacar en un país que lucha por la igualdad social. Está claro que hay límites y normas. Tampoco está justificado cortar caminos o hacer huelga sin razones laborales, económicas y sociales objetivas. Pero no es admisible que La Nación hable de desigualdad social como crítica al gobierno al mismo tiempo que niega el reclamo social por dicha igualdad. Es un eufemismo.
Sigue el editorial:
Hablando de valores, emerge como un valor central para los estudiantes aprender a pelear por sus derechos desde el colegio (en la medida que no se pierdan aprender conocimientos, claro). Eso es una forma de evitar las reacciones de un sector de la sociedad que teme la igualdad social, y que por supuesto lee La Nación. Y esto también tiene que ver con la educación.
Ahora parece que La Nación usa palabras... ¡Que interesante juego de palabras para marcar la cancha a favor de los sectores conservadores que sostienen el statu-quo! Por suerte, la evidencia de lo retrógrado de estas frases existe y no es fácil que tomen desprevenidos a muchos lectores. Se entiende claramente, y estar de acuerdo con esto es un posición ideológica que no compartimos.
Finalmente:
La rearticulación del sistema productivo argentino, la atención sobre la demanda agregada, la búsqueda de consolidación del mercado interno, la competitividad de la economía, la inversión pública y la promoción de la privada, la Asignación Universal por Hijo, las negociaciones paritarias, las políticas de apoyo para registrar trabajo, los planes de salud, el presupuesto en educación por Ley, etc., son todas políticas que hacen a perforan las situaciones de violencia, en todo nivel, para diluirlas.
Claro que falta mucho, claro que lleva mucho tiempo, pero avísenle a La Nación que no va a hallar la respuesta en la represión o en el abordaje vertical de los problemas, sino que por el contrario la solución estructural resulta del trabajo del Estado, interviniendo en todos los niveles, con políticas articuladas e integrales que resuelvan las diversas problemáticas con el objetivo último de la justicia social que se merece la Argentina, y a la que tanto miedo le tienen los sectores reaccionarios.
Leemos maravillados el siguiente párrafo en el editorial de hoy de La Nación y un poco (muy poquito) nos violentamos (!):
"Es por cierto loable que el gremio busque la manera de neutralizar una situación de extrema gravedad como la descripta. Sin embargo, está claro que la raíz del problema y, consecuentemente, su solución pasa por algo demasiado evidente: el resquebrajamiento del respeto al principio de autoridad del docente, la evaporación de los límites entre alumno y maestro, y entre hijos y padres. Al fin, la pérdida de valores en un país cuya sociedad observó, entre otros casos paradigmáticos, cómo el poder premió a quien tomó una comisaría o a quien decide bloquear el funcionamiento de una empresa o, cosa de todos los días, interrumpir el derecho a la libre circulación."
Decimos "maravillados" por la riqueza que nos brinda para decir un par de cosas. Entre ellas la que sobresale es el análisis vertical que este diario tiene de los problemas. No hay forma de estar de acuerdo con nada: ni con el diagnóstico ni mucho con la solución. Aunque parte de la información sea correcta, se trata de otro editorial orientado a la formación. Y contra eso nos sublevamos.
La lectura de los problemas de violencia, educativos, etc. -de todos los problemas en realidad- debe tener soluciones horizontales y no verticales. ¿Qué quiere decir esto? Que los problemas de violencia familiar, por ejemplo, se abordan desde la cercanía del Estado en múltiples aspectos: trabajo digno, medio ambiente saludable, sistema de salud pública eficaz, derechos humanos atendidos, hábitats de viviendas funcionales, y por supuesto educación pública fortalecida para atender la enseñanza y los problemas que puedan replicarse dentro del establecimiento como consecuencia de existir afuera.
Esta lógica funciona para la violencia, la seguridad, la educación, etc. Se trata de abordar los problemas pensándolos políticamente en función de la cohesión, la integración y la inclusión social. Y eso requiere hacer hincapié en convertir en derecho las necesidades de los sectores vulnerables, no en aislar los derechos existentes de los sectores acomodados. Se trata de una búsqueda de equilibrios sucesivos que permitan el ascenso social.
Es curioso como llegamos de la violencia escolar a los valores de la libre circulación... Olvidándose interesadamente del valor constitucional de reclamar por los derechos laborales o sociales que se consideran justos. Siendo éstos últimos derechos que caben destacar en un país que lucha por la igualdad social. Está claro que hay límites y normas. Tampoco está justificado cortar caminos o hacer huelga sin razones laborales, económicas y sociales objetivas. Pero no es admisible que La Nación hable de desigualdad social como crítica al gobierno al mismo tiempo que niega el reclamo social por dicha igualdad. Es un eufemismo.
Sigue el editorial:
"no hay que pasar por alto otros hechos de inusitada gravedad protagonizados por alumnos y que contaron con el apoyo de muchos padres, de docentes y de altas autoridades, como fueron las tomas de colegios"
Hablando de valores, emerge como un valor central para los estudiantes aprender a pelear por sus derechos desde el colegio (en la medida que no se pierdan aprender conocimientos, claro). Eso es una forma de evitar las reacciones de un sector de la sociedad que teme la igualdad social, y que por supuesto lee La Nación. Y esto también tiene que ver con la educación.
"Ante la pasividad de las autoridades -en el caso de esos establecimientos, el Ministerio de Educación de la Nación, a cargo de Alberto Sileoni-, se utilizó una modalidad ya habitual en el país: la de impedir que quien no está de acuerdo con una protesta pueda seguir adelante con su actividad. En este caso, para ser claros, se impidió que alumnos y profesores que deseaban tener clases pudieran hacerlo."
Ahora parece que La Nación usa palabras... ¡Que interesante juego de palabras para marcar la cancha a favor de los sectores conservadores que sostienen el statu-quo! Por suerte, la evidencia de lo retrógrado de estas frases existe y no es fácil que tomen desprevenidos a muchos lectores. Se entiende claramente, y estar de acuerdo con esto es un posición ideológica que no compartimos.
Finalmente:
"Lo que no se advierte es que haya políticas del Gobierno que marchen en esa dirección. Los reiterados y cada vez más graves hechos de indisciplina de todo calibre claramente indican que se está yendo en sentido contrario. Es decir, en franco retroceso."Las políticas de Estado son otra falacia. Se trata de convertir en inalterables en el tiempo ciertas políticas que le conviene a un sector. El Estado es reflejo de la conflictividad social: es posible que una política de Estado hoy, no lo sea mañana si cambia el color del gobierno. Por eso en vez de políticas de Estado es preferible pensar en una difusión cultural que arraigue y funcione como ancla de las políticas inclusivas, para que sean sostenibles en el tiempo, y los medios concentrados no puedan instalar una alternativa reaccionaria.
La rearticulación del sistema productivo argentino, la atención sobre la demanda agregada, la búsqueda de consolidación del mercado interno, la competitividad de la economía, la inversión pública y la promoción de la privada, la Asignación Universal por Hijo, las negociaciones paritarias, las políticas de apoyo para registrar trabajo, los planes de salud, el presupuesto en educación por Ley, etc., son todas políticas que hacen a perforan las situaciones de violencia, en todo nivel, para diluirlas.
Claro que falta mucho, claro que lleva mucho tiempo, pero avísenle a La Nación que no va a hallar la respuesta en la represión o en el abordaje vertical de los problemas, sino que por el contrario la solución estructural resulta del trabajo del Estado, interviniendo en todos los niveles, con políticas articuladas e integrales que resuelvan las diversas problemáticas con el objetivo último de la justicia social que se merece la Argentina, y a la que tanto miedo le tienen los sectores reaccionarios.
Comentarios
lo de la nazion es la dimension desconocida , ni una minima aplicación al tema en cuestión.
Mi posición es susanesca,mama que pega a la maestra un palazo debe ser apaleada, pibe que le manda un tramontina a la mejilla le queda el culo rojo de las 50 patadas que le meto, lo demás lo charlamos.