Vamos para adelante...

Se recalentó todo el debate. Entre la oposición y el oficialismo, adentro de la oposición y adentro del oficialismo, o sus militantes/simpatizantes.

Algunas ideas breves que me genera todo esto. Porque nos gusta interpretar la realidad.

Primero, me parece fundamental cuidar los logros del proyecto más allá de las personas. Cristina podría haber jugado una carta más pura, más del núcleo duro de gobierno (la que fuere), para las elecciones, pero a sabiendas que perdía. Eso la dejaba a ella sola como refente del proyecto.

En cambio, preferió jugar una carta más peronista, construyendo, revalidando, y sintetizando el poder construido estos años por todo el peronismo. El consenso interno del peronismo tiene su candidato, con alguna excepción que ni siquera rompe el consenso. Cristina elige jugar ahí para poder poner toda la energía en sostener el poder construido en base a un proyecto. Porque para construir una nación se necesita el poder del Estado. Porque acá, mal que le pese a la oposición no se trata sólo de poder (el ladrón cree que todos son de su condición). Sino de poder para construir un país donde haya un Estado al servicio del bienestar (con todos los problemas que esto genera antes y ahora, en otros post hablamos mucho de esto).

Entonces jugar a favor del consenso, la vuelve a situar como conductora indiscutible. Porque conducir es mostrar el camino pero llevar el barco hacia donde el consenso hegemónico de todos los pasajeros/ tripulantes quieren. Ir hacia otro lado, la puede dejar con muchos pasajeros a favor pero sin tripulación, o viceversa o sin nada. En este sentido, Cristina arriesgaba el proyecto si jugaba la personal, y no la que sintetizan los tripulantes y los pasajereos.

En segundo lugar, la mejor forma de condicionar los años que van de 2015 a 2019 a favor de los sectores populares, es llegando con el barco a flote a 2015. Si la economía llega entera, si la macro resiste un mercado interno saludable, si el Estado aumenta 2 veces por año las jubilaciones, y la AUH dentro del marco de la inflación del supermercado, significaría que se llega con el barco entero. Y si llega entero no lo van poder hundir. Claro, ello requiere mucho trabajo. Porque si llega entero no van a querer pagar los costos políticos de hundirlo (destruyendo todo lo anterior). Porque el pueblo tiene memoria colectiva, vaya sino, y nadie va a querer quedar en esa memoria como un destructor social. Además si lo destruyen convierten, de todos modos, a Cristina en la única capaz de lograr un país ordenado e inclusivo, y su imagen será incluso mejor que la de ahora (si es que queda margen para ello). El barco, finalmente está llegando mejor de lo esperado hace 2 años atrás.

Por el contrario a esto, los sectores de la sociedad con poder económico interesados en un orden de acumulación diferente, los referentes del fin de ciclo, interesados en un Estado máximo pero ya no para intervenir y redistribuir sino para aceitar la mano invisible del mercado, que no es otra que la misma mano de esos sectores que ganan a costa de los demás, harán todo lo posible para que el barco llegue lo suficientemente dañado como para construir los argumentos sociales, colectivos, ideológicos y materiales que legitimen un cambio de barco. Porque los cambios se efectúan en las vísperas. Querían un barco que se pareciera más a un avión, más rápido pero donde entra menos gente.

La economía depende de las decisiones políticas. Y el gobierno logró imponer este enfoque, con hegemonía y legitimidad. Ahora el tema es sostenerlo.

Finalmente, el trabajo en este sentido, ahora consiste en mostrar unidad, eso es lo que muestra la conducción de un movimiento, que ya se ganó un gran lugar en nuestra historia, y eso es lo que cabe replicar hacia adentro y afuera. Si Cristina hubiera dividido su aval en dos, el ganador iba a ser más libre de construir un camino más propio. Y esto no funciona así. Del actual modo, Cristina dice, acá manda el proyecto, el más aceptado por la tripulación y por los pasajeros se hará cargo de conducirlo. De conducirlo bien. Y no tiene más alternativa de conducirlo bien, como hasta ahora durante estos 12 años, porque acá estamos todos, nadie se va a la casa (el que se va no coopera con la sustentabilidad del proyecto que tanto no dio, y que va a seguir).

Se acepta el debate. Para eso está el blog, después de todo. Si no quisiera debatir ni lo pondría por escrito.

Comentarios

Anónimo dijo…
Hache,
Estoy de acuerdo con tu comentario. Lo esencial es no perder el poder.
Gachi
No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye en verdad un ejercicio de hipocresía y cinismo. Soñé toda mi vida que éste, nuestro país, se podía cambiar para bien. Llegamos sin rencores, pero con memoria. Memoria no sólo de los errores y horrores del otro, sino también es memoria sobre nuestras propias equivocaciones. Memoria sin rencor que es aprendizaje político, balance histórico y desafío actual de gestión.
Hache dijo…
Alejandro, gracias por comentar, acuerdo con lo que decis. Agrego que para ejercer las convicciones hay que ser pragmático, porque la transformación social implica tocar actores sociales en pugna cada cual con su propio interés y su propio poder acumulado. Nunca cambiarías nada si por no hacer lo óptimo no te animas a empezar por lo mejor. Porque si vas a tocar algo que es de una forma, es porque hay un poder social que sostiene esa forma hasta ese momento, y lo normal es que vayas logrando una transformación aproximativa. A todo esto vamos a llamarle política.

En este caso puntual, me remito al post. Quiza a muchos les guste más Kicillof que Scioli (como a mí, que hasta acá es el que más me gusta de todos, claro, con los dintintos lugares que ocupó cada uno, sin que uno quite al otro), pero la realidad te dice que si jugas todas tus cartas a Kichi lo más probable es que pierdas, reglandole el juego (en este caso) a Scioli. Y poco sentido tiene jugar alguna carta para uno y otras para otro... juga todo a ganador, y seguí controlando el tablero (todo lo que puedas).
Tilo, 74 años dijo…
Considero que el orden de prioridad Patria, Movimiento, Integrantes, es absolutamente coherente. Pero a ese aserto le agregaría el atributo RESPETO. Un movimiento responsable del modelo que pudo, por fin, imprimir un cambio notable a nuestra tambaleante marcha a través de 50 años, no puede omitir el RESPETO. Especialmente para con los que pusieron lealtad y mejor habilidad en la consecución de logros notables.
Supongo que aunque haya una mesa chica exclusiva para los íntimos, los de mayor y más probada confianza, cierto tipo de decisiones cruciales, de encrucijada crítica, deberían contemplar el RESPETO. Una cosa es proceder en función del movimiento ocupando el lugar más adecuado en cada momento y otra el destrato que proviene de decisiones inesperadas que te dejan pedaleando en el aire. O es que cada pretendiente a cargos electivos se manda por su cuenta sin previa consulta como para amontonarse y solaparse incomodándose o perjudicándose unos a otros sin más razón que el egoísmo individual. Sin que alguien responsable lo advierta y lo corrija antes de que se muestren en las vidrieras. ¿Son así las cosas? La militancia, tan extrañada durante décadas y tan bienvenida en los últimos años, ¿no contempla la coherencia, la conveniencia y la eficacia cuando se llega a instancias electorales? ¿Todo queda supeditado a la casualidad o a la ley del más piola o del más rápido? ¿Y el modelo?
Acepto todo tipo de discusiones y desacuerdos puertas adentro. Admito todos los debates INTERNOS en pos de la profundización y el mejoramiento del MODELO. Y, análogamente, la designación de los que MEJOR puedan efectuar esa tarea desde los puestos de lucha. No comprendo las improvisaciones o las sorpresas cuando los sorprendidos son los del propio palo.

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