El Estado quijotesco
Corren tiempos interesantes en la vida política de la Argentina.
Hoy me preguntaba qué necesidad tiene el gobierno de enfrentar al Estado con tantos actores sociales y agentes económicos disímiles, a la vez.
En un escenario donde la oposición ni ladra, porque no existe, enfrentar a las grandes empresas con los controles a la importación de insumos, con deudas de AFIP, con dispositivos para que no remitan utilidades al exterior, parece una quijoteada (propia de un guerrero flaco, alto y algo desgarbado).
Me pregunto ¿por qué se abren tantos frentes de puja al mismo tiempo? Grandes empresas, medianas empresas, medios concentrados de prensa, algunas privatizadas, CGT, el campo, la derecha retrógrada, etcétera, etcétera (si yo fuera una palabra sería una palabra esdrújula, bueno, no importa eso ahora).
Mi respuesta es inmediata: este gobierno tiene una ideología, convicciones que están por encima de casi todas las demás variables. Y entonces se dispone a enfrentar a todos los que se oponen con los objetivos del modelo. Claro que con pragmatismo (siempre se pueden abrir más frentes de ataque): un Estado que interviene en la puja distributiva en un país tan desigual tiene que tener cintura, capacidad de entender la realidad política. Quijotesco para soñar, pragmático para actuar. Y por ese camino lo veo, che.
Ojalá fueran sólo molinos de viento, por el contrario se trata de actores muy poderosos de la Argentina que no están dispuestos no ya a ganar menos, sino a ninguna posición que no les permita ganar más.
Posiblemente se podrían relajar algunas pujas, pero este Estado está llamado a quedar en la historia como un Estado quijotesco, capaz de enfrentarse con varios frentes de ataque a la vez.
Por otro lado, todo parece indicar que cuanto más quijotesca e idealista, y más concreta y pragmática a la vez, es la gestión de gobierno más apoyo popular obtiene. Sería una gran noticia, ojalá se verifique. Un Estado en medio de la batalla por la igualdad social, es único, distinto, con el rumbo claro, como el Quijote.
Hoy me preguntaba qué necesidad tiene el gobierno de enfrentar al Estado con tantos actores sociales y agentes económicos disímiles, a la vez.
En un escenario donde la oposición ni ladra, porque no existe, enfrentar a las grandes empresas con los controles a la importación de insumos, con deudas de AFIP, con dispositivos para que no remitan utilidades al exterior, parece una quijoteada (propia de un guerrero flaco, alto y algo desgarbado).
Me pregunto ¿por qué se abren tantos frentes de puja al mismo tiempo? Grandes empresas, medianas empresas, medios concentrados de prensa, algunas privatizadas, CGT, el campo, la derecha retrógrada, etcétera, etcétera (si yo fuera una palabra sería una palabra esdrújula, bueno, no importa eso ahora).
Mi respuesta es inmediata: este gobierno tiene una ideología, convicciones que están por encima de casi todas las demás variables. Y entonces se dispone a enfrentar a todos los que se oponen con los objetivos del modelo. Claro que con pragmatismo (siempre se pueden abrir más frentes de ataque): un Estado que interviene en la puja distributiva en un país tan desigual tiene que tener cintura, capacidad de entender la realidad política. Quijotesco para soñar, pragmático para actuar. Y por ese camino lo veo, che.
Ojalá fueran sólo molinos de viento, por el contrario se trata de actores muy poderosos de la Argentina que no están dispuestos no ya a ganar menos, sino a ninguna posición que no les permita ganar más.
Posiblemente se podrían relajar algunas pujas, pero este Estado está llamado a quedar en la historia como un Estado quijotesco, capaz de enfrentarse con varios frentes de ataque a la vez.
Por otro lado, todo parece indicar que cuanto más quijotesca e idealista, y más concreta y pragmática a la vez, es la gestión de gobierno más apoyo popular obtiene. Sería una gran noticia, ojalá se verifique. Un Estado en medio de la batalla por la igualdad social, es único, distinto, con el rumbo claro, como el Quijote.
Comentarios
Por otra parte, en varios de esos casos, pragmatismo no ha llegado a ser sinónimo de inteligencia, y me parece que buenas políticas públicas son resistidas o se ponen en riesgo porque parece que las implementa el enemigo. Sin claridad, sin sensibilidad, sin viveza.
Habría que releer a Sun Tzu. O, por lo menos, a Maquiavelo. Digo yo, no sé, me parece.
Abrazo.
RDM