La industria en la Argentina de la post-convertibilidiad
La industria argentina aún presenta un par de serios desafios. Por cuanto su participación en el PBI no logra crecer y la concentración del sector no detiene su agravamiento.
Los datos, como se puede ver a continuación, muestran un escenario que todavía está lejos del ideal, con una industria que no consigue mejorar en el porcentaje de participación en el PBI. Sumado a lo anterior, este sector no detuvo su proceso de concentración. Modificar estas dos situaciones es el gran desafío de los próximos cuatro años.
La presidenta dijo que: "¿En dónde está, entonces, hoy el gran desafío? En profundizar este desarrollo industrial avanzando en tecnología, en valor agregado, en sustitución de importaciones, en alargar las cadenas de valor, en también ver en qué eslabones de las cadenas internacionales podemos agregarnos". Y para ello es fundamental seguir fortaleciendo la diversidad productiva e interviniendo sobre las estrategias de negocios de las grandes industrias para que la articulación industrial juegue un papel en la suavización de la concentración industrial.
Participación de la industria en el PBI
El cuadro 1 refleja que el sector que más creció en términos reales entre el promedio de 2003 y el promedio de 2010 es el de la construcción (falta el último trimestre de 2010 que suele ser el más fuerte, o sea que el crecimiento fue mayor al mostrado aquí). Es éste uno de los sectores más flexibles respecto de la mano de obra ocupada. No es menor para recuperar el empleo en la Argentina el desarrollo de este sector. Pero no es suficiente.
Dentro de algunos intelectuales oficialistas existe una dificultad para aceptar algunas situaciones. Para presentarlas como desafíos. Cuesta decir "esto no está tan bien como quisieramos, pero se resuelve con más kirchnerismo, profundizando el modelo actual". Esta última, sin ser intelectual, es mi posición: los desafíos de estos días se resuelven profundizando el modelo que transitamos desde 2003 a este tiempo, no cambiándolo. No tengo dudas.
En el cuadro 1 cabe destacar la performance de la industria frente al agro durante los últimos 8 años. En un mundo donde los países exportadores de alimentos se re-primarizaron, la Argentina muestra una industria que creció más que el sector primario. Detrás de esto hubo -hay- política. La libertad de mercado nos hubiera situado en otro punto: en una posición menos inclusiva, dado que el trabajo que incorpora la industria es mayor (en la ecuación calidad y cantidad) al del resto de los sectores (especialmente es mayor al que incorpora el sector agropecuario). De todos modos no es suficiente.
Cuadro 1 (click para agrandar): PBI real por sectores
Fuente: elaboración propia en base a datos de Programación Económica, del Ministerio de Economía y Finanzas.
Respecto de la participación del conjunto de sectores de la economía en el PBI real nos encontramos, ver Gráfico1, con la potencia de los sectores productores de servicios. Este sector no detiene su marcha en una Argentina donde la relación de precios relativos ya no es claramente en beneficio de los bienes no transables, como lo fue durante los años noventa. El sector productor de servicios retrocedió entre 2002 y 2006 pero luego recuperó, superando el promedio de los noventa, arriba del 66% del producto.
El sector industrial, que se hallaba casi en el 20% del PBI en 1993 y 1994, había caído a 16% en 2001 y 2002. Actualmente ronda el 17,5% del PBI real, sin poder alcanzar la participación de los años previos a 1998. La construcción, que muesta un fenomenal crecimiento sobre sí misma desde 2003, está en los mismos niveles relativos (sobre el PBI) que en los tempranos noventa.
Gráfico 1 (click para agrandar): participación en la economía
Fuente: elaboración propia en base a datos de Ministerio de Economía y Finanzas.
Es interesante que no haya una modificación relevante en la participación en el PBI del conjunto de los sectores, porque cambió el sentido del modelo macroeconómico, y se podría suponer, en este sentido, que los servicios iban a retroceder y que la industria iba a expandirse. O bien que dados los precios internacionales de los commodities el sector agropecuario ganaría participación. Claramente no pasó esto gracias a la intervención del Estado, pero tampoco pasó lo otro porque la intervención del Estado no alcanzó los niveles necesarios para ello, aún.
Concentración económica al interior del sector industrial
Cuando decimos que el Estado todavía tiene otra cuenta pendiente respecto del tejido productivo argentino, en parte tiene que ver con que no ha habido cambios sustantivos en el proceso de concentración empresaria. Se han morigerado los efectos negativos de esta concentración sobre el resto de la economía pero no se ha diversificado o desconcentrado la estructura económica de la Argentina como sería conveniente.
Dado que el proceso de concentración de la cúpula empresaria argentina no se ha detenido en los últimos años, tal como dicen Azpiazu y Schorr en ("La difícil reversión de los legados del neoliberalismo. La recuperación industrial en Argentina en la posconvertibilidad"), cabría hacerse las siguientes preguntas: ¿por qué no se apoya desde la dirigencia empresaria con mayor fuerza que nunca, el actual esquema productivo que propone en gobierno, si están mejor que nunca? ¿Qué pretenden los grandes empresarios argentinos? ¿Cuál es el juego al que asistimos? Un poco esa posición empresaria quejosa e insoportable (gritona) tiene que ver con el lugar que ocupan para discutir política, el poder, como dijimos anteriormente, pero otro poco ese juego tiene que ver con una situación que presenta un claro desafío.
El Escriba hace un análisis con mucha inteligencia e ironía apartir de estos mismos datos. Aquí iremos en otra dirección. Analizaremos que la existencia de un crecimiento del conjunto de la economía de casi el 50% entre 2003 y 2008, sin modificar el peso de los distintos sectores en la economía y sin desconcentrar la economía hace más lento el proceso de cambio, cambio en comparación con los noventa y respecto de distintas variables: la inclusión social, indicadores sociales (pobreza, indigencia, etc), entre otras cuestiones. Por otra parte, resulta muy abstracto sugerir que la economía debe desconcentrarse sin reconocer que las empresas que están en la cúpula de las principales empresas tienen un rol protagónico en la actual etapa de crecimiento y desarrollo.
Gráfico 2 (click para agrandar):
A partir del gráfico anterior los autores detectan varias cosas (las viñetas son citas textuales):
- Luego de experimentar una contracción sumamente pronunciada entre 1998 y 2002, con la consiguiente subutilización del stock de capital, la producción industrial se incrementó significativamente y de manera sostenida: entre el último año mencionado y 2008 acumuló un incremento de 85,2% (67,2% respecto a 2001).
- Este desempeño productivo impactó positivamente sobre la creación de puestos laborales, a punto tal que en 2008 la industria ocupó 40,3% más trabajadores que en 2002.
- En la posconvertibilidad se asistió a un considerable incremento de la productividad de la mano de obra (fenómeno que, con ligeros matices, se remonta a mediados de los 90): entre 2002 y 2008 la producción por ocupado se expandió 32,0% (31,3% en relación con 2001).
- El costo salarial de la mano de obra registrada se contrajo en más de una tercera parte en el bienio 2002-2003, de modo consistente con el profundo reordenamiento de precios relativos desencadenado por la salida de la convertibilidad y el consiguiente ajuste regresivo de los salarios. Pero luego se recuperó sostenidamente, a tal punto que en 2008 se ubicó un 8,6% por encima de los registros de 2001.
- A partir de la evolución de la productividad (alza sostenida) y los costos salariales (brusca retracción en 2002-2003 y recuperación posterior), tuvo lugar una importante transferencia de recursos del trabajo al capital, que fue particularmente virulenta en 2002-2003. Así, entendiendo la relación productividad/costo salarial como un indicador de la tasa de explotación del trabajo, los registros de dicho bienio más que duplican a los correspondientes a 1995, y el posterior mejoramiento de los salarios se tradujo, en 2008, en un coeficiente superior en casi 21% al de sus ya elevados niveles de 2001.
Estos elementos deben ser considerados cuando leemos o escuchamos que los salarios deben seguir la evolución de la productividad. Cosa que no está ocurriendo, por el contrario, la renta empresaria es cada vez mayor gracias a una mayor explotación del trabajo (productividad). De este modo las empresas líderes mejoraron sus resultados en los últimos años. Puede verse que desde 2003 mejoró la relación entre la productividad y el costo salarial, línea roja, pero sin llegar a mejorar etapas históricas anteriores. Sin embargo, es viable suponer que después de 2008 esta relación siguió mejorando.
Lo anterior nos hace pensar un par de cosas. Nuevamente dudamos acerca de las críticas que recibe el actual modelo de parte de los principales empresarios del país y confirmamos una vez más que estas críticas no tienen relación con la renta sino con el poder, entendido este último como la participación directa en las políticas de gobierno, como dijimos más arriba.
Gráfico 3 (click para agrandar):
Nuevamente, para leer el gráfico 3 cito textual a Azpiazu y Schorr:
- Una primera aproximación se vincula con la relación entre las ventas de esa cúpula industrial y el valor bruto de la producción (en ambos casos a precios corrientes), línea verde. Según consta en el gráfico 3, entre 1995 y 2008 la producción fabril creció a una tasa promedio anual de 13,2%, con ritmos muy contrastantes entre los últimos seis años de vigencia de la convertibilidad (-1,1%) y en la posconvertibilidad (27,2%). Por su parte, al considerar la facturación de las cien mayores firmas, se constatan ritmos de crecimiento mucho más elevados (15,1% para todo el periodo, 2,4% entre 1995 y 2001, y 27,2% entre 2001 y 2008).
- El peso de la cúpula industrial en el sector revela un crecimiento sostenido e ininterrumpido durante los últimos años de vigencia de la convertibilidad (35,9% a 44,2%), para ubicarse en torno de 44%/48% en el escenario de posconvertibilidad (con un punto extremo en el crítico año 2002, donde alcanza 56,1%). El fenómeno de la concentración industrial se acentúa significativamente a partir del inicio de la fase terminal de la convertibilidad (1998) y se incrementa abruptamente en 2002, para luego estabilizarse en un estadio inferior, pero por encima del predominante durante la segunda mitad de los 90.
- Entre los principales factores que concurren en la explicación de esa mayor concentración económica se destaca la importante y creciente inserción exportadora de la mayoría de los oligopolios fabriles líderes, fenómeno que asumió particular intensidad en la posconvertibilidad a favor del dólar alto y la reducción de los costos salariales (tal el caso de varios commodities provenientes de las industrias alimenticia, petrolera, metálica básica y química, así como de la «armaduría automotriz»). Fueron importantes, también, las asimetrías que adoptaron los procesos de apertura y «desregulación» durante los años 90, como por ejemplo el régimen especial para la industria automotriz, la transferencia de poder regulatorio real sobre los respectivos mercados a los oligopsonios agroindustriales, la peculiar «desregulación» del mercado de los combustibles, etc
- Finalmente, la concentración se explica por la casi total ausencia de control oficial real sobre las fusiones y adquisiciones, así como sobre el comportamiento de las grandes empresas (por ejemplo, en lo atinente a la fijación de precios); y por los sesgos manifiestos en el nivel normativo-institucional en lo referido al control sobre la relación entre grandes empresas y pymes.
Como se sostiene más arriba, esta situación se debe revertir con más proyecto nacional y popular, con una mejor institucionalización de las normativas y regulaciones que contienen al conjunto de la sociedad y que dan cause a los beneficios del modelo redistribuyéndolos entre todos los sectores. Se trata de asumir la autocrítica como disparador de una nueva etapa que se aproxima, hasta 2015. El desafío es seguir implementando políticas de promoción y contención del sector industrial.
Apuntes finales
El gobierno parece haber tomado nota de esta situación y lanzó un plan estratégico para fortaceler el PBI industrial hasta 2020, esto es empezar a andar el buen camino. Lo cual queda reforzado por la palabra de Cristina Fernández de Kirchner en el discurso de apertura del 129 período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional:
Sólo el paso del tiempo nos responderá qué hicimos bien y qué se debe hacer en el futuro. Pero dado que este es nuestro tiempo, y a la vista de lo expresado en este pequeño (ponele) punteo, cabe suponer que la solución es seguir fortaleciendo la industria nacional, para que en concomitancia con un movimiento obrero saludable, como partes inherentes del proyecto nacional, promuevan una negociación permanente con los sectores económicos concentrados (puja distributiva) en función del desarrollo, la calidad de vida de las personas de todos los sectores y la igualdad.
Comentarios
Por otro lado yo ya descarté el rótulo de post-convertibilidad... acá expongo las razones. http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-155218-2010-10-18.html
Saludos
Martin
Francés, no había pensando en todo lo que estaba diciendo con el título, es verdad. Sin embargo la idea era doble: por un lado sostener que respecto de cuestiones puntuales como la concentración y la participación en el PBI no hay tantas diferencias (por ende post convertibilidad me pareció bien). Por otro indicar que es compatible con el discurso kirchnerista asumir desafíos pendientes en un terreno difícil para los cambios por el poder y la capacidad de conflicto que tienen los actores involucrados que reaccionan contra los cambios. Gracias por pasarme tu artículo, muy bueno. Abrazo.