Código de Ética de los Cuadros del Estado Cubano

Para mí, los cuadros y los militantes forman parte de una organización, tienen una estructura de trabajo. Por lo menos así es en el Estado Cubano. Pienso que la definición de militante es esa, soy conservador en esto. 
Vale la pena la lectura de este código.  




Para cualquier militante leer este código de ética resultará verdaderamente interesante.


Estos constituyen un culto a la dignidad y sensibilidad del hombre, desde posiciones marxista leninistas y en sínstesis con la más avanzada tradición nacional que, al sentir de José Martì, considera que ¨Todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su Patria¨.


En correspondencia con ello, nuestros cuadros han de hacer suyos los siguientes preceptos:


• Ser sincero, no ocultar ni tergiversar jamás la verdad. Luchar contra la mentira, el engaño, la demagogia y el fraude.
Ser escrupulosamente veraz en los informes que rinda sobre su trabajo, el trabajo de otros, la producción, el cumplimiento de los planes o cualquier otro asunto. Buscar la fuerza en la razón, la sinceridad, la verdad y la conciencia.


• Cultivar la vergüenza, el honor y la dignidad.
Rechazar, por tanto, cualquier ofrecimiento que atente contra esa dignidad, pese a las carencias, limitaciones o aspiraciones. Aplicar la máxima martiana de que¨ la pobreza pasa, lo que no pasa es la deshonra, que con pretexto de la pobreza suelen echar los hombres sobre sí¨.


• Fomentar y cumplir la disciplina, el respeto y la lealtad conscientes al Partido, a la Constitución y demás leyes.
Educarse a sí mismo y formar a los subordinados en la exigencia del orden y del acatamiento riguroso de las normas y regulaciones que se establezcan.


• Educar y practicar la exigencia y el respeto consigo mismo y con los demás.
Predicar con el ejemplo personal, con una actitud exigente hacia sí mismo y hacia los subordinados, así como con el respeto y tacto que deben regir las relaciones en el colectivo.


• Ser estricto cumplidor de los compromisos y de la palabra empeñada.
Tener en cuenta el valor de lo dicho por un representante del Estado y del Pueblo Cubano, tanto en el ámbito nacional como en sus relaciones con extranjeros.


• Combatir la apatía, la indolencia, el pesimismo, el hipercriticismo y el derrotismo.
Mantener una vigilancia permanente contra todo hecho o actitud lesivos a los intereses de nuestro Estado y sociedad.


• Ser honrado y practicar consecuentemente la crítica y la autocrítica.
Combatir enérgicamente todo intento de amordazar y obstaculizar la crítica, así como la complacencia y la tendencia a exagerar los éxitos.


• Considerar como actitud dañina el espíritu justificativo, la inacción frente a las dificultades y errores y la ausencia de iniciativas.
Estas actitudes entorpecen la búsqueda de soluciones alternas a los problemas y a las limitaciones objetivas y subjetivas.


• Saber rectificar buscando soluciones nuevas para problemas nuevos y viejos.
Rectificar es también crear, es abrir nuevos caminos y cauces que lleven al éxito. Buscar fórmulas humanas, legales y morales para dar respuesta a las necesidades de la economía y la sociedad.


• Vincularse con los trabajadores y el pueblo, demostrar respeto y confianza en ellos y sensibilidad para percibir sus sentimientos, necesidades y opiniones.
Atender solícitamente los problemas que se le planteen en virtud de sus responsabilidades. Ayudar a encauzarlos y resolverlos y, cuando no sea posible porque las limitaciones materiales lo impidan, dar la explicación debida, ágil y veraz que ayude a comprender estas dificultades.


• Basar las relaciones de amistad en la coincidencia de los principios y en la moral revolucionaria.
No establecer jamás vínculos de este tipo con elementos detractores de la Revolución o con individuos de conducta antisocial y combatir las actividades ilícitas en su entorno.


• Mantener una correcta administración de los recursos del Estado.
Ser ejemplo de honradez, modestia y austeridad , tanto en el ámbito laboral como en la vida personal, de modo que esa imagen íntegra se trasmita no sòlo a los subordinados directos, sino a cuantas personas tengan relaciones con su vida laboral y social. Especial atención, ejemplo y exigencia debe tener para con su familia.


• Utilizar las prerrogativas y facultades inherentes al cargo así como los medios y recursos conferidos, sòlo para los requerimientos del trabajo.
Sentirse responsable y responder ante los niveles superiores de que sus subordinados directos mantengan semejante conducta.


• Entregarse por entero y con amor al desempeño cabal de la responsabilidad encomendada.
Al cuadro no es dado asumir como medio de vida, ninguna otra labor que lo sustraiga de su deber. El amor por su tarea, es la convicción ìntima de que el ser humano tiene posibilidades de mejoramiento y perfeccionamiento inagotables, que pueden realizarse con firmeza de voluntad y con la entrega sin reservas a la obra común de nuestro pueblo.


• Observar en su actividad laboral y social un estilo de vida que le haga acreedor al respeto y la confianza de los demás.
Caracterizarse por la sencillez, ausencia de todo rasgo de ostentación y de hábitos consumistas, o de cualquier otra manifestación que hiera la sensibilidad de nuestro pueblo.


• La administración estatal no confiere ningún derecho, ni ninguna preferencia sobre los demás que no cumplen esas funciones.
Quienes asuman la administración estatal no deben beneficiarse ni beneficiar a otros por razón de parentesco o amistad, o a cambio de recibir otros favores. El cargo se ostenta para representar, defender y servir al pueblo, legítimo dueño de la riqueza social.


• La corrupción denigra tanto a quien incurre en ella como a quien la tolera.
Es de hecho un retroceso, un freno y un crimen contra la sociedad socialista. De ahí la obligación de denunciarla y combatirla, en primer lugar con el ejemplo y el permanente autoanàlisis, única forma de mantenerse incorruptible frente a las tentaciones y las prácticas asociadas a la economía de mercado, con la que necesariamente nos relacionamos.


• Compartir con los subordinados las dificultades y los grandes esfuerzos, aportando y exigiendo todo el empeño y consagración necesarios.
Rechazar el acomodamiento y los privilegios, a base de dar siempre el máximo de sí en la tarea común. Estar dispuesto al sacrificio cotidiano, y en aras de ello, cultivar y fortalecer permanentemente esa virtud.


• Apoyarse en el razonamiento colectivo y en la capacidad personal para tomar decisiones.
Esta actuación debe estar despojada de voluntarismo, vanidad, improvisaciòn, injusticia, mediocridad profesional, o del servicio de intereres propios o de amistades, así como del sectarismo, menosprecio por la dignidad de otros, o indiferencia ante consecuencias futuras que no se sufriràn personalmente. Combatir la vanagloria, la autosuficiencia, el engreimiento, la intolerancia y la insensibilidad, rasgos incompatibles con el ejercicio de la autoridad revolucionaria.


• Decidir, dentro de las facultades que le corresponden, sin aguardar por orientaciones superiores innecesarias, y sin temor a las consecuencias de un eventual error personal.
Conducir con firmeza a su colectivo en pos del objetivo o de la tarea encomendada, e imprimirle la férrea voluntad de cumplir y de que sí se puede tener éxito. Inculcar la confianza de los subordinados en su jefe e impregnar a todos de la seguridad en el triunfo.
Asumir plenamente la responsabilidad individual por las decisiones tomadas. No pretender jamas utilizar este principio para justificar irresponsabilidades o indisciplinas.


• Desarrollar la disposición al diálogo y a la comunicación eficaz con el colectivo.
Es un elemento indispensable para el acierto de las decisiones y para la creación de un ambiente de trabajo cohesionado y participativo.


• Ser discreto y viabilizar la información pública.
Como virtud de los representantes del Estado hay que partir del ineludible deber de preservar el secreto estatal, en todas las materias e informaciones para contribuir a salvaguardar nuestros intereses contra la acción enemiga, o a evitar problemas, rumores o conflictos indeseables en el trabajo y en las relaciones interpersonales.


• Fomentar una política de cuadros sobre las bases del mérito y la capacidad.
Esta política debe expresarse con especial celo en la formación de sustitutos y en la selección, promoción y atención de los colaboradores más directos; a la par de una adecuada política de reconocimiento y estímulo a los que lo merezcan.


• Mostrarse solícito ante los problemas de sus compañeros.
Ayudar, sin nocivo paternalismo, a cuadros que hayan cometido errores en el desempeño de sus cargos, pero que mantienen una actitud revolucionaria y una disposición a enmendarlos, a ocupar un puesto en la trinchera por la Patria y el Socialismo, acorde a sus capacidades, virtudes y defectos.


• Considerar la competencia profesional, la integridad moral y el mejor derecho del trabajador sobre la base de la idoneidad y la capacidad real probada.
Son raseros fundamentales a la hora de proponer y dar empleo, y no hacerlo en virtud del nocivo amiguismo, nepotismo o discriminación.


• Asumir la autoridad otorgada como un honor y un compromiso, nunca como una ventaja personal.

El sentido esencial es la posibilidad de participar en la obra de creación colectiva de nuestra Patria, y su recompensa principal está en la satisfacción de trabajar por el bienestar común.


• Asumir y contribuir, conscientemente desde sus funciones, a defender, preservar y ser fiel a los principios que entrañan la Patria, la Revolución y el Socialismo.

Comentarios

Hache dijo…
sí, tampoco es un tema central, pero para mí es así. y soy más polémico aún: estrictamente mi definición de militar no va mucho más allá de la militancia territorial. lo demás a veces podrá ser más importante (ponele) pero se llama de otro modo. gracias por comentar.

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