Asumió Macri, leyó su discurso. Y está bien, pero... Mirá lo que leyó.



Macri leyó, lo cual no merece ninguna crítica. Lo que si merece alguna crítica es el contraste entre su gestión y las palabras que leyó. No porque no haya alcanzado lo que dice en el discurso, sino porque nunca se lo vio sin dormir ni descansar por una ciudad más justa, nunca se esforzó.  No le interesa la política. También cabe pensar que lee porque le resulta imposible improvisar sobre cuestiones que no siente ni lo invitan a reflexionar.

Me preocupa que Macri hable de "una realidad completa e inclusiva", no por su fracaso notorio en la búsqueda de ella, sino más bien por su evidente búsqueda en contrario. Es imposible alcanzar una realidad más inclusiva sin la fuerza de la política, sin el reconocimiento de la actividad política al servicio de la transformación social. Y el gobierno de la ciudad de Buenos Aires trabajó estos años por construir un Estado que no se involucre en las cuestiones del mercado de la ciudad.

El Estado de Macri es un estado ausente, neoliberal. Por eso no debe haber confusiones: la de Macri es una verdadera estrategia de negocios, directos e indirectos, propiciada desde la ciudad. Que hasta podrían tolerarse, pero esas inversiones además no apuntan a la inclusión (¿bicisendas? ¿habilitaciones alegres para construir?). La agenda de la educación pública y la salud pública (casi todos los hospitales de la ciudad los "sostiene" la ciudad) siempre es el vagón de cola de las demandas ciudadanas.

Así estamos en la ciudad. Leamos su discurso y tratemos de que él mismo lo recuerde, o lo lea de vuelta cada tanto.

Les dejo el discurso completo de Mauricio Macri, este 9 de diciembre, para que todos puedan compararlo con el que dará Cristina Fernández de Kirchner en su asunción a su segundo mandato consecutivo como presidenta de los argentinos. Y no sólo por lo que dicen, sino también por lo que sabemos que hicieron para sostener esas palabras.




"Señora Vice Jefa de Gobierno, María Eugenia Vidal
Señor Vicepresidente 1º, a cargo de la Presidencia de la Legislatura, Oscar Moscariello
Señor Vicepresidente 1º electo de la Legislatura, Cristian Ritondo
Señores Diputados, Legisladores, Legisladores electos
Alcaldes, Intendentes, Colegas del Mercosur y Autoridades del Exterior
Autoridades Nacionales y de la Ciudad
Familias y amigos:

Me llena de orgullo y felicidad asumir este segundo mandato como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Agradezco de corazón a los vecinos que me han conferido esta responsabilidad, a los que nos votaron y a los que no. Soy cada vez más optimista. Empieza a darse entre nosotros una prometedora renovación generacional, que trae nuevas formas de ver el mundo y nuevas formas de hacer las cosas.

La Argentina le pide a cada uno de nosotros que vaya más allá de la locura cotidiana y dé ese paso de grandeza, que nos conectemos con nuestras posibilidades y seamos capaces de entendernos. Ese es el gesto que nos va a llevar a superar las enemistades estériles y egoístas en las que tantas veces caemos automáticamente, casi sin darnos cuenta.

Cada uno de nosotros es una pieza clave del gran rompecabezas de la vida nacional, y ninguno puede faltar si queremos una realidad completa e inclusiva. Sin la gente, sin los vecinos, no existimos como políticos. Ellos nos volvieron a poner acá. Y lo hicieron porque creen en nuestra capacidad de mejorar su vida de todos los días. Y en esa misión estamos.

Cuando decidí ser candidato a un segundo mandato dije, y lo reafirmo, que de ahora en más voy a trabajar por la unidad de los argentinos. Ese será mi aporte. Superemos los fanatismos y los prejuicios y trabajemos juntos por el futuro, juntos todas las fuerzas políticas y también esa gran mayoría de argentinos aún que no se siente parte de las viejas estructuras partidistas, pero quiere construir algo diferente. Ese diálogo supone una nueva forma de relación con el gobierno.

No abandonaremos nuestro rol de alternativa nacional. En muchas cosas, tenemos ideas distintas y tenemos el deber de exponerlas. La democracia funciona con partidos que mantienen diversas formas de ver el mundo y que las defienden para que los argentinos puedan optar por cuáles de ellas se inclinan. Debemos mantener nuestros puntos de vista y debatirlos en un diálogo franco y sincero. La discrepancia en el campo de las ideas no debe llevar al enfrentamiento personal.

Soy el primero en darme cuenta de que esta nueva actitud exige un cambio en todos: políticos, periodistas, analistas. Mi propuesta es sincera y no tiene dobles intenciones. La Ciudad, las provincias, el Gobierno Nacional, deben colaborar para conseguir el bienestar de los argentinos, en el marco de un federalismo de verdad. Sin imposiciones, ni sometimientos.

Se viven momentos de crisis económica y social en el mundo, y eso nos debe obligar a trabajar articuladamente entre el Estado, las empresas y los sindicatos para encontrar mecanismos de concertación que garanticen la paz social. En la ciudad avanzaremos en esa línea próximamente, pero creemos que es un desafío de todo el país.

Respetemos las instituciones y la separación de poderes. No judicialicemos la política ni politicemos la justicia. Esas maniobras propias de la política antigua le hacen mal a la democracia y a la convivencia. Demostremos que se puede trabajar de otra manera.

Los grandes desafíos que tenemos por delante no pueden pensarse solamente desde la perspectiva de la Ciudad. La Ciudad forma una unidad con el área metropolitana, está rodeada de una provincia, es parte de un país federal, de América Latina, de un único planeta al que debemos cuidar.

Debemos entender que los grandes problemas que nos aquejan sólo se solucionarán pensando más allá de esos límites que creó la política. Esos límites en la gente no están, no existen. No son parte de su vida de todos los días.

Es fundamental que les demos más lugar a los jóvenes, que les abramos las puertas para que se sigan involucrando y que participen en la toma de decisiones. Los hijos y nietos de todos representan el futuro detrás del cual unirnos.Dejémonos contagiar por su entusiasmo y por la vitalidad y la frescura con la que miran al mundo.

Las nuevas generaciones aportan frescura, nuevas ideas y energía, y las viejas generaciones aportan experiencia, sabiduría y temple. Ese intercambio es fundamental para que la sociedad crezca, incorporando los errores aprendidos del pasado y al mismo tiempo mantenga el optimismo, la soltura de lo no conocido.

Es nuestra obligación, la de las generaciones más grandes, dar ese espacio a los más jóvenes, escucharlos y no creer que las cosas no pueden cambiar o deben hacerse siempre de la misma forma.

Creemos que hay cuatro grandes desafíos que son prioritarios para nuestra gestión. En primer lugar, la cuestión ambiental. Ésta ha dejado de ser una opción. Cada vez más he ido comprendiendo su urgencia: no debe haber proyecto en la Ciudad que no tenga en cuenta esta realidad abrumadora.

Estoy cada vez más íntimamente comprometido con la causa verde y todo lo que ya hicimos con las bicicletas es la primera gran demostración del cambio que este tema nos exige. Imagino una Buenos Aires 2015 llena de bicicletas.

Trabajando juntos elaboramos el plan de lucha contra el cambio climático, estamos poniendo en práctica el nuevo plan de residuos, con el que ya recuperamos 7000 toneladas de residuos secos en lo que va de 2011, creamos más espacios verdes y mejoramos los que estaban, implementamos un plan de movilidad sustentable que va a cambiar la cultura de cómo movernos en la ciudad.

Este proceso está en sintonía con lo que sucede en todas las grandes capitales del mundo, entre las que Buenos Aires está, sin dudas, incluida. Ésta es una visión que compartimos en todas las áreas de gobierno, trabajando de manera transversal para que las iniciativas y las acciones que emprendamos tengan una fuerte impronta ambiental.

Otro de los desafíos es el de construir una sociedad más integrada socialmente. La educación, la salud y el trabajo son los pilares fundamentales este objetivo.

Desde que llegamos al Gobierno, trabajamos para garantizar una educación pública, gratuita y de calidad, que permita a todos formarse y estar bien preparados para desarrollar un proyecto de vida.

Hicimos una inversión récord en infraestructura escolar, instalamos Internet en todas las escuelas, implementamos el inglés desde el primer grado, dimos 4 millones de libros para que los chicos armen su propia biblioteca y vamos a entregar en total 160 mil netbooks escolares. Ya entregamos más de la mitad.

Otro gran tema es la seguridad de los vecinos. Éste sigue siendo un desafío central para nuestro gobierno. El incremento de las cámaras de seguridad, el fortalecimiento de la Policía Metropolitana, la creación e instalación de los botones antipánico, son todas herramientas para proteger la vida de los vecinos. Trabajaremos para ampliarlas y consolidarlas.

Por supuesto, seguiremos insistiendo para que la seguridad forme parte de una agenda de trabajo en la Ciudad, Nación y Provincia y podamos coordinar recursos y planes de acción.

En cuarto lugar, la cultura. Ésta define cómo somos y nos da la posibilidad de encontrarnos, de expresarnos, de divertirnos. El Estado debe promover la cultura gratuita, diversa y de calidad, tanto en el espacio público como en sus instituciones culturales. Y también debe hacerlo en conjunto con el sector privado, promoviendo la oferta.

Desde que llegamos al Gobierno, impulsamos todas las expresiones culturales, tanto las más tradicionales como las nuevas experiencias, que son las que están generando las obras y las figuras del futuro.

Somos una ciudad que respira cultura. Una ciudad abierta al turismo, que sigue superando récords históricos de visitas. El año pasado nos visitaron más de 10 millones de personas.

Hoy, más que nunca, se vuelve vital trabajar para que todas las expresiones culturales tengan un lugar y que todos los barrios participen y se abran a recibir semejante cantidad de invitados. Somos una ciudad diversa.

Quiero agradecer especialmente la presencia de los alcaldes de nuestras ciudades hermanas de Latinoamérica que nos acompañan hoy: Pablo Zalaquett de Santiago de Chile, Arnaldo Samaniego de Asunción del Paraguay, Ana Olivera de Montevideo, Uruguay, y Marcelo Ebrard del Distrito Federal de México. Quiero decirles que nos honran con su presencia porque representan ciudades muy queridas para todos nosotros.

América Latina es nuestro lugar en el mundo. Nos une una misma historia y una misma cultura. Los países no pueden avanzar aisladamente en la nueva realidad global. Debemos trabajar para consolidar todos los mecanismos de cooperación y articulación entre los países que son parte de esta gran nación latinoamericana.

Pero esta actitud no debe ser hija de una nostalgia nacionalista, ni de la queja acerca de un pasado cuestionable, sino del optimismo que busca construir un futuro mejor encarando desafíos comunes. Debemos consolidarnos como una región de paz y de integración. Debemos asumir un compromiso común con el cambio climático, la lucha en contra de la inseguridad y el narcotráfico y la reducción de las desigualdades sociales.

Para concluir, quiero aprovechar esta oportunidad para reconocer un error o para hablar mejor dicho de algo que aprendí, que aprendimos todos en este equipo de gobierno. Quiero decirlo con claridad, porque jugar a que somos perfectos e infalibles es vivir en la mentira y perderse las oportunidades de crecimiento que los errores o dificultades traen a nuestras vidas. A las de todos.

Hemos entendido que la visión meramente eficientista no es la visión correcta. La tarea de conducir y administrar una ciudad es una tarea humana. De comprensión mutua, de acercamiento, de encuentro.

Es lo que necesitamos para que nuestros logros sociales, educativos, de salud, de tránsito, nuestras importantes metas ambientalistas, se hagan posibles. El verdadero valor de un gobierno, de un liderazgo, es su capacidad de mejorar la vida concreta y real de los ciudadanos.

Un líder sirve si ayuda a la gente a llevar adelante su aventura vital, si ayuda a las personas a crecer y trabajar por su felicidad y la de los suyos, que es en definitiva la felicidad compartida de todos los que vivimos aquí y llevamos a la Argentina en el alma.

Para terminar, quiero decir algo más sobre el compromiso que queremos asumir públicamente con todos. Con María Eugenia comentamos muchas veces que el sentido de fondo de las tareas que tenemos por delante es el de darnos la satisfacción de construir crecimiento y felicidad para nuestros hijos. Sé que el sentimiento es compartido por todos.

Nuestro horizonte son esos chiquitos y chiquitas que nos esperan en casa, o esos grandotes que ya empiezan a hacerse camino en la vida y que a veces nos cuestionan y nos enfrentan con razones válidas.

Queremos que la unión logre hacer avanzar la comunidad en la que nuestros hijos van a tener que encontrar su modo de vivir, su estilo, su forma de ser ellos y de ser felices. Por esa realidad queremos trabajar, disfrutando de hacerlo y sumando a todas las personas de buena voluntad que sabemos pueblan cada rincón de nuestro territorio.

Depende de nosotros no repetir los errores de siempre para que ellos puedan ser felices. Los invito a que trabajemos juntos en esa dirección.

Muchas gracias".

Comentarios

César dijo…
Aguante Macri!!!
Anónimo dijo…
Querian globos, ahora tenemos escombros. Un discurso del hombre mediocre con dinero...
Rodolfo
PAME dijo…
otra vez menem noooooooooooooooooooooooooo, ni locos soportaremos otros años asi

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