La política hoy lamenta la pérdida de su amigo Néstor


La política argentina hace treinta y cinco años sufría porque se encontraba como nunca desplazada del escenario de transformación de la realidad. Hace 34 años era confinada al ostracismo (es una metáfora, un juego, todo es política: lo sabemos). No se fue sola, un montón de amigos la acompañaron. Pero otros muchos, muchísimos, murieron por no acompañarla y quedarse a luchar en su nombre. Fue el peor momento para la política argentina.

Hace casi exactamente veintisiete años la política volvió de su ostracismo. Y empezo a crecer entre nosotros. A ganar lugar como la forma por excelencia de transformación de la realidad. No era fácil: el poder de los enemigos siempre era (es) asimétrico respecto del de sus amigos. Siempre era difícil encontrar alguien que le de lugar. Alfonsín coqueteó con ella, se llevó bien. Pero este hombre no supo aprovechar el afecto de la política y se dejó vencer por sus enemigos ¿de ambos o de ella? No sé.

El gobierno de Menem, la conquistó pero la engaño y ejerció el poder representando a los enemigos de la política; pero esta vez sin enviarla al ostracismo. Tras muchos años muchas personas nos fuimos acercando cada vez más a ella. La ayudamos a ser fuerte de vuelta, nos multiplicamos en torno a ella. La acompañamos cuanto pudimos cada uno desde su lugar. Y muchos nos equivocamos creyendo que De La Rúa sería un gran amigo de ella. El poder de ciertos intereses reaccionarios lograban cooptar voluntades y la comunidad de la política se veía debilitada. Tanto que la misma política se equivocó y confió en personas que en 2001 y 2002 llegaron aprovechándose nuevamente de ella. El retroceso parecía no tener un piso.

Debilitada y sin saber en quién confiar, le puso una ficha a Nestor Kirchner en 2003. No sé ustedes, quien escribe no tenía idea de qué relación iba a tener este hombre con ella. En junio de 2003, a 10 días de haber asumido, Kirchner le hizo el primer regalo a la política y la conquistó para siempre, al pelearse utilizando armas políticas con una Corte Suprema de Justicia que atrasaba. En ese momento, los que amamos la política levantamos una ceja. También conquistó a muchos de nosotros. Desde ese instante soñamos con que Kirchner le daría mucho a la política argentina. Y por suerte no nos equivocamos.

Fueron siete años de un romance pasional. Sí, a veces cabe pensar que discutieron, no importa (menos ahora). Fue de esos romances que mejoran la esencia de las cosas. La política se hizo cada vez más fuerte. El amor de su vida, quizá. Se puede discutir (y seguro que se discutirá bastante) las características de este amor, pero no lo fuerte que fue y lo bien que le hizo a nuestra querida política.

Esa política golpeada que encontró Kirchner al asumir en 2003, despide a un gran compañero, que la deja, pero la deja fuerte. Mucho más fuerte que cuando la encontró. Quizá más fuerte que nunca en la historia de la Argentina. Sólo por esto Kirchner merece nuestro ferviente saludo: porque queremos a la política. Porque Kirchner se va pero la política queda. Y no es joda que sea así; la Argentina vivió muchas cosas. Subjetivamente: ojalá siga siendo su política.

Ahora que no está Kirchner los que sostenemos que la transformación social se debe dar a través de la política ya no podemos descansar en él. Ahora depende un poquito más de todos y cada uno de los que queremos este país. Puede no estar ese hombre que nos representaba a muchos de nosotros y hacía feliz a la política. Pero las ideas que alimentaron todos estos años su crecimiento van a seguir viviendo. Ahora tenemos que poner más cada uno. Cuidarla el primer tiempo porque lógicamente la política va a estar golpeada por la pérdida, pero con la consciencia de una política que ahora es fuerte en la Argentina. Cuidemosla un rato, vayamos a mimarla a la plaza (y a saludarlo a él) pero no nos olvidemos que la política se acerca apasionadamente a quienes se muestran más fuertes, más activos. La política no es para los cobardes, pechos fríos o traidores. Ayudemosla a encontrar esas personas de fuerte actividad que están dispuestas a sostener las mismas ideas que crecieron este tiempo.

Si sabemos acompañarla, si nos movilizamos para acompañarla, podemos estar tranquilos que ella va a elegir bien. Depende un poco de nosotros. Y esto, por fin, esto es una tranquilidad. Como siempre, pero por suerte como nunca.

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