Adentro todo; afuera poco o nada

A partir de esta nota de Brienza y esta respuesta que encontré en un blog, surgió la idea de ensayar el siguiente post.

Diálogo político, discusión política, organización política y verticalismo político. Hablemos un poco de todo esto, ¿les parece?

Estas cuestiones ocurren en todos los grupos políticos, con o menos frecuencia, nadie está excento de esta gimnasia porque son formas naturales y culturales del acontecer político. Saber llevarlas y contenerlas hace al crecimiento y la legitimidad.



El diálogo político, que también podemos llamarlo "conversaciones políticas" es constructivo. Se suele dar entre fuerzas afines, aunque no siempre sea así, y busca hallar puntos de contacto en función de un crecimiento conjunto. Difícilmente podamos hablar de conversaciones políticas entre miembro de la misma fuerza, institución u organización, en estos casos son discusiones políticas u operativas.

Al interior de la misma fuerza se utiliza más comunmente la idea de discusión política. En este sentido se abren distintos temas donde los participantes discuten cómo utilizar los mejores medios para alcanzar los fines que la fuerza donde se encuentran, o militan, propone. La discusión política, así entendida, fortalece a los grupos políticos, a tal punto que algunos líderes prefieren no dar estas discusiones por temor a "quedar por debajo" de la potencialidad política del grupo. Si esta discusión reviste intereses personales, se suele llamar "rosca". Pero vale aclarar que hoy en día se le llama rosca a cualquier negociación política, tanto a la que tiene a un individuo como protagonista con objetivos personales, como a la que tiene a un individuo como protagonista con objetivos de conjunto. Claramente no son lo mismo, y normalmente los límites son grises y difusos; incluso alcanzando niveles psicológicos de los individuos (que confunden significante con sgnificado y sujeto con objeto, y pueden creer que actúan en un sentido cuando en realidad lo hacen en otro).

Al interior de una organización el crecimiento de sus miembros no debería ser por una acumulación suma cero (enfatizo "debería"). Decimos suma cero en el sentido de que todo el poder que es para alguien no es para los demás. En cambio, al interior de una organización, donde los individuos o sujetos crecen políticamente, la acumulación debería ser por capacidad de "tironeo": acumular para todo el grupo pero saber mostrarse como líder para esa acumulación, ganando de este modo legitimidad para tironear hacia el crecimiento a todo el grupo. El crecimiento de unos promueve el crecimiento de todos.

Las negociaciones políticas, pueden asumirse también como una forma de las conversaciones políticas entre grupos o sujetos dispares: en este caso el poder sí se podría acumular de manera de suma cero: todo lo que es de un sujeto (individual, político o social) no es de los demás.

El verticalismo o la noción de organicidad es central para cerrar esta reflexión. ¿Se imaginan qué ocurriría si el Capitán del barco tuviera que discutir cada golpe de timón con toda la tripulación? No alcanzarían los icebergs del mundo para chocar con los barcos. En política es similar, el conductor conduce. Y la organización actúa.

Lo anterior es sin perjuicio de defender organizaciones en las cuales el conductor, cada tanto (cuando no precisa estar al timón), discute políticamente con su organización el rumbo a seguir; de esta forma el líder gana legitimidad para llevar el barco con ese rumbo. La capacidad de cada líder o conductor para trabajar con la información y la comunicación interna hace la diferencia. Naturalmente, el líder será el que mejor sepa sintetizar los intereses del conjunto y más energías tenga para inventar, generar y trabajar actividades políticas de interés para el grupo o movimiento.

La organización es fundamental. Y la discusión política hace a la organización porque genera legitimidad y sienta las bases del crecimiento conjunto. Un buen líder que construya una sana legitimidad será seguido y empujado por su grupo.

Sin embargo, ningún grupo debería cuestionar la legitimidad de su líder en público, porque implica empujar hacia un debilitamiento del líder, que generalmente tiene que conducir a grupos mayores que sólo al que lo cuestiona. Siempre se pueden genrar discusiones a puertas cerradas, es muy válido que así sea: una discusión constructiva, en una espacio de comunicación e información, hace al crecimiento del grupo y por supuesto fortalece la legitimidad del líder.

Pero cuando se cuestiona en público al conductor uno se pregunta ¿por qué esté grupo o individuo quiere debilitar al líder? ¿Por una cuestión de falta de legitimidad, por desacuerdos políticos -o de política-, como una forma de negociación política o para que otro ocupe su lugar?

Comentarios

Anónimo dijo…
Buenísimo! lo reparto
Unknown dijo…
Muy peligroso, tiende a incrementar el poder de los poderosos e ignorar la capacidad del ciudadano!!!
Invito a escuchar mis 4 últimos posts en Blaving!! http://es.blaving.com/argentideas
maria luz dijo…
comparto los conceptos que desarrollaste, pero en la practica todo es mas complejo. El articulo de Brienza es un claro reto y llamado de atencion a Moyano y cia. Moyano no le debe su legitimidad como dirigente del movimiento obrero mas importante del pais al kirchnerismo...por ende el conflicto ya esta expuesto hace tiempo, y se vio con el armado de las listas de cristina.
La politica es conflicto, y por eso creo que hablar de lealtad en terminos de subordinacion es casi un absurdo, y ni hablar del momento que eligio Brienza para desarrollar su interpretacion de lo que es conduccion politica. Poco atinado es suave decir, a caso Nestor kirchner no asumio diciendo que formaba parte de la generacion diezmada...a quien se referia? a los de lopez rega? isabelismo quizas? me parece que el articulo de Brienza se contradice aun de sus propios dichos en otros articulos. Memoria!

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