Boden 2012. Desendeudamiento

No es una pavada el desendeudamiento. Desde 1976 hasta 2003 la Argentina, su Estado miraba su deuda y sus presiones asociadas, en cada acción que pretendía llevar adelante. Su comportamiento estaba teñido por la deuda. El desendeudamiento es una decisión política soberana en función de abrir los espacios para la independencia económica, indispensable para la constitución de una nación igualitaria e inclusiva; porque los condicionamientos son de sectores poderosos que buscan concentrar aún más su poder.

Porque un Estado que se endeuda ajusta, y el ajuste le pega en los que más precisan del Estado, o sea los que menos recursos tienen. Para no ajustar se precisa no tener condicionamientos externos. Si se hace una lectura histórica en los noventa la deuda se pagó con ajuste y destrucción del trabajo (generando, lógicamente, más deuda), en la etapa actual la deuda se pagó con crecimiento y generación de trabajo (desendeudando al Estado). Es la única forma, en este mundo, de construir soberanía política, de dotar al rol del Estado de la capacidad para ejercer en función de la inclusión, de los que menos tienen.

Nada para festejar. La presidenta decía que este bono no se pagó con deuda, sino con recursos de los argentinos. No suena a frase que merezca celebrarse, salvo por el hecho, para nada menor, de que pagar deuda con recursos propios es desendeudamiento (habla bien del pasado para generar recursos y abre expectativas sobre el futuro) y eso implica menos condicionamientos y menores posibilidades de ajustes futuros (como pasa en Europa). Incluso, para que se entienda bien esto, si se hubiera pagado el Boden 2012 en pesos (y considerando que el 77% del monto se va para afuera), también habría desendeudamiento. Y si no se hubiera pagado nada, más de un talibán habría festejado. El pago por tanto es relativo, el desendeudamiento no. Es el fin de otra cuenta regresiva.

En estos años el Boden 2012 requirió por parte del Estado argentino U$S19.600 millones de dólares, pero no fue en vano. En 2002 la deuda superaba al PBI, llegaba al 166%. Ahora es menos de la mitad del producto: 41,6%. La deuda con el sector privado no pasa el 10% del PBI, disminuyendo a partir del pago del Boden 2012. Y los servicios de la deuda andan por el 6% de las exportaciones.

En un Informe del Ministerio de Economía se menciona que:

"el canje efectuado en el año 2005, logró una aceptación del 76% de la deuda elegible (que era del orden de los U$S 82 mil millones)... reducción de la deuda, alargamiento de plazos y reducción de tasa de interés. Luego, en el año 2010, se llevó a cabo una nueva operación de canje, en la cual fue posible reestructurar más del 67% del total pendiente... estas
operaciones consiguieron alargar los plazos (la vida promedio de la deuda se extendió de 6,9 años en 2003 a 11 años en 2011) y reducir las tasas de interés promedio... a fines de 2001 casi la totalidad de la deuda estaba nominada en moneda extranjera, en 2011 cerca del 38,5% de la misma es deuda en pesos... La deuda pública nacional en cartera del sector privado es del orden del 36% de la deuda total, equivalente a menos del 17% del PIB..."

Y agrega que:

"Así el desendeudamiento externo se tradujo en una disminución significativa del peso de la deuda externa en relación al PIB, que pasó de 150,9% en 2002, a 33,8% en el primer trimestre de 2011. En relación a las exportaciones se redujo de 611,1% en 2002 a 181,2% en el primer trimestre de 2011..."  

De ahora en más destacan que los vencimientos con acreedores privados son de U$S4.600 millones durante 2013 y de U$S2.500 millones durante 2014, que el país pagará mediante cupón PIB. Una Argentina con menos deuda pública hace a una nación con mayor capacidad para que el Estado profundice su participación en la puja distributiva a favor de la igualdad y el bienestar social.

Un Estado que puede comportarse en función de los sectores más vulnerables, y ya no de las presiones externas o internas (de acreedores de deuda y sectores afines), es una victoria en sí misma. Un punto de llegada. Lo que no es un punto de llegada es mantener esta situación en el tiempo. Esa es una batalla permanente; la cual genera conflictos y medidas que hacen más intensa a la minoría acomodada, pero a la vez genera más apoyo por parte de los sectores populares.

El capitalismo contiene la desigualdad como motor de la acumulación. A lo sumo, dentro del capitalismo se puede discutir y trabajar por reducir esa desigualdad. Los que se sienten más -y mejores- desiguales, lógicamente no quieren que se los iguale. El conflicto es el motor de la historia. Poder vivir el conflicto sin la violencia de décadas pasadas, también es un punto de llegada, y una batalla permanente.



Yapa: Tapa de diarios









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