Desde allá hasta acá, y de acá para allá. Lo que viene

Desde 2003 que asistimos a un sistema de acumulación y a una relación de la socidad con el Estado que no se veía desde antes de la dictadura en la Argentina. Sin dudas, en efecto, con mucha más democracia y paz social que nunca.

Rápidamente, se puede decir que los 3 gobiernos kirchneristas no fueron iguales. El primero, el de Néstor Kirchner, fue el de la recuperación de lo social. Tampoco hubo un cambio en la búsqueda del bienestar social, pero el tiempo pasa y no siempre se puede hacer lo mismo para lograr lo mismo.
"En una Nación desbarrancada en un profundo abismo, con un esfuerzo conjunto y sostenido, reconstruyendo y reindustrializando, intentamos salir del infierno para poder decir el próximo 10 de diciembre que nos encontramos en las puertas mismas del purgatorio." Néstor Kirchner, 1/3/2007.

Otro, fue el primero de Cristina Kirchner, que podría resumirse en la domesticación de los sectores concentrados -hasta donde se pudo-, que a su vez tuvo dos años (2008-2009) de reconfiguración del tablero, y otros dos (2010-2011) de desarrollo industrial en el marco del tablero establecido.

El segundo de Cristina Kirchner, el actual, no fue igual al primero. Podría resumirse en sostener lo logrado hasta 2011, y en avances en el control del Estado del sistema productivo y social. En 2012, se recuperó YPF, se modificó la Carta Orgánica del BCRA, luego se estitazaron los trenes, se hicieron vagones, aviones, satélites, se protegió mejor el empleo, se administró mejor el comercio exterior, se avanzó en la cobertura jubilatoria (hasta el 97% actual), se aplicó el Procrear, la AUH, la AUHxE, el Progresar, las paritarias siguieron mejorando el salario, etc.

Dentro de este segundo gobierno de CFK, los años 2012-2013 tuvieron una clara impronta de sostener el sistema con el uso de reservas, luego de ello, y luego de la devaluación de enero de 2014 (que generó algún retroceso social) el eje estuvo puesto en sostener los logros sociales por encima de todas las demás variables, e incluso en algunos casos, profundizarlos (aumento de AUH, más jubilaciones, etc). Que los problemas no los paguen los trabajadores,como históricamente siempre ocurrió en la Argentina desde 1975.

Ahora estamos en un país más inclusivo que en 2003, con un desarrollo industrial que tocó su pico en 2011 y se mantuvo, con una capacidad productiva y de gestión del Estado que pasa su mejor momento en términos de gobernabilidad de las variables macro, cosa que es envidia del mundo entero, y sí, conviviendo con algunos problemas de déficit de cuenta corriente, que son consecuencia de todo lo demás y perfectamente manejables, mientras haya voluntad política para ello.

La brecha entre deciles de ingreso individual de todo el país se redujo de 33 veces hasta 18,6 veces entre el 10mo y el 1er decil, desde 2003 hasta 2015 (siendo 2015 el mejor momento de toda la serie, tras un mínimo empeoramiento en 2014), el salario real aumentó entre un 30% y un 45% (entre 2003 y 2015, según qué medición de "inflación privada" se use), el desempleo bajó de alrededor de 20% hasta 6,6%, la distribución del ingreso per cápita familiar (coeficiente de Gini) pasó de 0.525 en diciembre de 2003 a 0.419 en diciembre de 2014 (20% de mejora, en 2015 siguió mejorando), y según la base 2004, la participación del salario en el PBI (valor agregado bruto) pasó del 30,6% en 2004 a 50,9% en 2013.

En 2004 hubo 348 negociaciones colectivas entre trabajadores organizados y empleadores (acuerdos y convenios colectivos homologados) que comprendieron a menos de 1,5 millones de trabajadores. En 2014 se superaron las 1900 negociaciones y los 4 millones de trabajadores comprendidos, con sus efectos sobre el total de trabajadores muy superior al de 10 años atrás. Los salarios registrados promedio subieron un 1300% desde marzo de 2003 hasta marzo de 2015, mientras la inflación (la exagerada por las consultoras privadas) un 900%, o sea los precios sumaron un cero al final y los salarios se multiplicaron por 14, en un contexto de bajo desempleo y aumento real del salario en dólares. Además subió el salario mínimo, etc.

Hoy pareciera que hay dos grandes temas, que se imbrican entre sí: la inflación y el tipo de cambio. Y de ahí se desprenden los demás temas. En realidad esto no es correcto, el verdadero tema de fondo es la distribución del ingreso (el verdadero tema inflacionario) y su relación con la disponibilidad de divisas (dado por el saldo de cuenta corriente del balance de pagos, sobre todo, que le da estabilidad al sistema). No deben confundirse las consecuencias -inflación- con las causas -distribución del ingreso y balance de pagos-. Hay inflación (entre otros motivos, cambiarios) cuando no hay consenso distributivo, y al mismo tiempo los sectores relegados tienen poder (por sindicatos y salarios, o por redistribución desde el Estado). Cuando se dan estas dos cosas (aunque no haya cambios en el resto de las variables), hay inflación.

Se habla mucho de tipo de cambio de equilibrio. Eso no existe así en el aire, el equilibrio siempre favorece a algún actor (exportadores, especuladores, trabajadores, productores locales, ETNs, etc), y ningún equilibrio es igual a otro equilibrio, y estas grandes o pequeñas diferencias (donde también juega la realidad estructural de la economía) dependen de la política cambiaria, monetaria, comercial y fiscal. La buena noticia es que la Argentina recuperó margen para aplicar estas políticas, ese margen es uno de los grandes logros que consolidó el gobierno de Cristina Kirchner.

¿Y entonces? Acá estamos. ¿Cómo seguimos?

La respuesta es eminentemente política. La suposición que tiene consenso en todos lados (incluso entre gran parte del kirchnerismo) es que si no se afloja algo de rentabilidad para los sectores capitalistas, sobre todo concentrados, sobre todo exportadores, sobre todo los más grandes, en algunos años vamos a estar peor que si se le da una mejora en rentabilidad a los sectores concentrados ahora y se espera el rebote para dentro de unos años. Por si no queda claro, esa mejora en rentabilidad es un ajuste para los sectores populares. Encontes parece que todos estamos discutiendo la proporción del ajuste (quita/modificación de subsidios, baja del gasto público, aumento del endeudamiento, devaluación, etc. -todas estas cosas son ajuste-), y si tiene que ser mucho y de golpe o poco y gradual, en el medio todas sus posibilidades.

No hay una respuesta única. Porque la respuesta no es sólo querer ser Noruega o Singapur o Corea del Sur, cualquier cosa que se quiera hacer precisa consenso de los actores para mantener la estabilidad del sistema. La respuesta es política. (Detalle: los economistas también dan respuestas políticas, y los ministros también, siempre, todos, pero es otro tema.)

Entonces está más claro qué no debe hacerse: devaluar a lo loco, liberar todo el "cepo" de una, endeudarse sin pensar en las consecuencias, cerrar con los buitres sin asegurarse que no haya consecuencias más graves que ese cierre, quitar subisidios a los servicios sin analizar si se afectan sectores sin ahorro, concentrar la economía afectando el nivel de empleo, bajar el nivel monetario real de transferencias de Anses a sectores desprotegidos, y otras tantas cosas.

Entre las cosas que se precisan para sostener el poder adquisitivo y el empleo, figuran los dólares. La economía argentina precisa dólares. Para mejorar los niveles productivos (importaciones de bienes de capital, etc) y para que las grandes multinacionales (ETNs) remitan utilidades y dividendos y entonces también traigan dólares productivos (ponele), además de para estabilizar las presiones cambiarias. Sin embargo, en un contexto internacional donde nada de lo que se gane en competitividad tendrá un resultado en niveles productivos (no hay demanda comercial internacional, como se ve en Brasil, que devaluó, ajustó, y generó desempleo, inflación y caída de la industria y el salario real), cabe pensar en ganar tiempo para evitar los shocks.

Hoy ese tiempo puede venir por el lado del endeuamiento, que requiere mucho cuidado para evitar la clásica lógica de fuga con destrucción productiva y social.

Así las cosas, me parece.

Comentarios

¡¡Qué dice don hache!!

Y si.... yo insisto, creo que es necesario un neo pacto social, frenar la pelota, recomponer líneas y mejorar la distribución del balón ja ja...

Veremos, saludos y ¡no se olvide de las cantimploras ehhh!
Ya que estamos, podriamos cerciorarnos que el balon no tenga una pinchadura.
Hache dijo…
Ni desierto, ni cantimploras, ni cruzar. Tremendo. Yo lo banco a Bein porque es un consensista y no dice boludeces (?) pero a veces cruza... el desierto!


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