Cada vez más aislados del mundo

El título de este post, es similar al título de uno de los editoriales del diario La Nación de hoy. 

Los invito a leerlo entero, no porque ello nos hará felices, en realidad todo lo contrario, sino porque estos argumentos son básicamente los que utiliza gran parte de la oposición y es interesante pegarles un mínimo análisis.



En cursiva y con sangría el editorial, sin sangría ni cursiva algunos comentarios para relativizar este nefasto editorial.

La acelerada reducción de la actividad económica nacional alcanza niveles que llevan a pensar en el fin del crecimiento y el ingreso en una etapa de recesión en el contexto inflacionario crónico, combinación poco recomendable por sus efectos en el ahorro, la inversión, el empleo, la salida de capitales y el desarrollo general de la economía, y sus graves consecuencias sociales.
En la generalidad de los casos, la idea de estanflación que surge del editorial, obedece más a un deseo (a intentar una profecía autocumplida) que a una realidad verificable: el consumo se mantiene fuerte y si bien algunos sectores vinculados entre sí han perdido dinamismo en el último año (como la industria automotriz, caucho y plástico, metalmecánica y metálicas básicas), la economía lejos está aún de caer en recesión (el resto de los sectores creció).

El relato oficial lo atribuye falsamente a factores externos, consistentes en la delicada situación de la economía mundial, desconociendo como principales motivos el cada vez mayor impacto de factores internos, como la desenfrenada inflación, la falta de gestión, la pésima política comercial, el déficit de las cuentas fiscales; el retraso cambiario oficial, que afecta la competitividad de las exportaciones, y su correlato cambiario, que intenta contener el desdoblamiento del tipo de cambio ya instalado y con miras a perpetuarse en el marco de una nefasta intervención estatal en la economía.
Una ensalada hermosa, una falacia más vinculada al odio que a sensatez, la mezcla de problemas y las equivocadas hipótesis causales entre estos problemas sólo nos sirve para darnos cuenta que este editorial no busca analizar con honestidad intelectual la realidad sino generar ruido. En síntesis, la inflación no es una entelequia, surge causada por algo, ¿por qué los empresarios aumentan los precios? Una posibilidad es que es más fácil contener la demanda creciente vía precio que satisfacerla vía cantidades (para lo cual se precisaría inversión). El "retraso cambiario" justamente es una forma de controlar el aumento de precios (que ocurriría trasladando los precios de afuera al merado interno), pero es imposible si se quiere mantener el nivel de trabajo y producción, hacer esta política cambiaria sin hacer política comercial (como vimos acá y allá). No nos olvidemos que detrás de los reclamos de devaluación está el campo argentino primario exportador. Y lo que es peor -para ellos-, detrás de una mayor independencia económica y una soberanía política utilizada para enfrentar sectores poderosos, son justamente estos mismos sectores los que pierden injerencia en las acciones del Estado, al que ya no pueden tener como rehén.

La interpretación oficial de los hechos desconoce deliberadamente la repercusión de sus decisiones en sus relaciones con el mundo. Las varias formas que han tomado las restrictivas relaciones comerciales, como la aplicación masiva de las licencias no automáticas de importación, el más reciente sistema de declaraciones juradas de información de importaciones, los propósitos de acudir al intercambio compensado y otras restricciones -buena parte de ellas adoptadas sin fundamento legal conocido ni adecuadamente informados-, han originado reacciones externas de gran impacto. 
Los países de la Unión Europea han llevado estas cuestiones al sistema de arbitraje de la Organización Mundial del Comercio (OMC), mientras que EE.UU., con motivo de una disputa vinculada con la deuda impaga por un juicio del tribunal arbitral del Banco Mundial, excluyó a la Argentina de los beneficios del Sistema Generalizado de Preferencias.
Es curioso que el editorial defienda a importadores y grandes agropecuarios, los sectores beneficiados con el esquema de acumulación que existió en la dictadura y los noventa. Se trata, justamente, de sectores que no van a dirimir nunca por el lado de favorecer al trabajador, y siempre van a buscar atajos para disciplinarlo.

A ello se suma la relación con Brasil, integrante del Mercosur y el más importante socio comercial, con el que con motivo de la asociación vigente no deberían existir restricciones. Sin embargo, surgieron otra vez de la mano del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, mediante el citado sistema de información previa a las importaciones, dando lugar a la réplica brasileña, ya conocida por experiencias anteriores, consistente en bloquear el ingreso de productos argentinos al país vecino. Automóviles y sus partes, aceitunas, aceite de oliva, peras y manzanas, dulces, vinos, pasas de uva, papas congeladas y lácteos, entre otros productos, cayeron bajo la picota de la represalia comercial brasileña. Completando el escenario, vale recordar la respuesta de hace dos años por parte de China, al suspender sus compras de aceite de soja, que podrán resurgir por sí o por otros rubros, por aplicación de las infundadas reglas aquí utilizadas.
En suma, los tres mayores importadores de nuestros productos han adoptado medidas limitativas de nuestras exportaciones. Así las cosas, la dañina sustitución de importaciones, que subyace en la política comercial nacional, agiganta sus consecuencias proyectándose sobre las exportaciones, aislando aún más a nuestro país de la economía mundial.
Primero, Brasil está cambiando sus políticas, por decisiones propias y a favor de su propio mercado interno (quizá esto sí lo aprendieron de Moreno). Segundo, es curioso el lugar que ocupa Moreno en todo esto, el déficit de dólares en el mercado comercial con Brasil se ubica por encima de los U$S4.200 millones, por tanto tomar decisiones acerca de qué productos pueden ingresar a la Argentina, es una medida que tiene sentido si se piensa en las cuentas internacionales del país. Tercero, en síntesis, se están tomando medidas para resguardar al Estado y a los trabajadores, pero que no perjudican a los capitalistas (en todo caso no se les permite sacar ventaja de las crisis como están acostumbrados, y esto no es menor).

Como si ello fuera poco, con motivo de los hechos ocurridos en Paraguay, el país vecino ha sido suspendido del Mercosur, con gran apoyo argentino, aprovechando ese mercado la oportunidad para incorporar a Venezuela, con todo su bagaje de autoritarismo y prácticas económicas, políticas y sociales reñidas con el progreso y el bienestar general. Incorporación que, por otro lado, no es legítima sin la aprobación del Senado paraguayo.
El grave riesgo que corre nuestro país de acentuar sus desequilibrios y desaciertos y de caer en una aguda recesión lleva a recomendar un cambio de rumbo, aceptando e incorporando las reglas de juego de los países exitosos y desechando aquellas que están mostrando su incompetencia y dañinas proyecciones.
¿Los países exitosos serían los que no pueden hacer política cambiaria, fiscal, monetaria y comercial como Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España? No más preguntas, su testigo señor juez. Y por cierto, cerramos con una "fe de erratas" para que se entienda bien de qué estamos hablando: donde dice "hechos ocurridos en Paraguay" debió decir "golpe de Estado ocurrido en Paraguay".

Y entonces se nos ocurren las siguientes preguntas: ¿Qué significaría no aislarnos del mundo, que el mundo nos diga lo que tenemos que hacer? ¿Qué clase de vínculo queremos con el mundo? ¿Los récord en comercio exterior, las decisiones del Mercosur y la UNASUR, la presidenta hablando en el G-20, la visita de las autoridades chinas, las reuniones con los dirigentes del mundo, etc., no alcanzan para decir que no estamos aislados? ¿El mundo desarrollado está destruyendo trabajo, cómo queremos vincularnos con ese mundo? ¿Latinoamérica no es el mundo? ¿Y Venezuela? ¿Acaso no es un eufemismo decir que estamos aislados del mundo para no decir que no estamos vinculados como a los sectores concentrados y financieros, y a los grandes sectores agropecuarios les conviene o les interesa?

Comentarios

Raúl C. dijo…
Hasta ahora, sólo he podido encontrar un significado a lo de 'tenemos que volver a vincularnos con el mundo': que Argentina debe volver a pedir guita prestada.
Norberto dijo…
Una pequeña adenda, para la incorporación de Venezuela al Mercosur por los estatutos del mismo solo hacía falta la aprobación por parte de los parlamentos de tres de los cuatro miembros plenos, no se había hecho antes como deferencia al hermano latinoamericano.
Nunca menos y abrazos

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