La calle en 2017

El oficialismo habla de diálogo, pero ese diálogo para los sectores trabajadores no tiene sentido si no es en igualdad de condiciones, si no es con elementos de objetividad que permitan discutir derechos laborales y salariales con justicia distributiva.

No hay ninguna otra forma de sentarse de igual a igual en una mesa de negociación si no se muestra la fortaleza social que iguale a las partes en disputa. Los trabajadores tienen una sola manera de lograrlo en el capitalismo y es mostrando organización y fuerza social. Esta organización de trabajadores genera un derrame real a todos los trabajadores, sindicalizados o no. Pone en debate los niveles de concentración entre el capital y el trabajo, y un país con altos niveles de ganancias de productos de bajo valor agregado (agropecuarios), emerge como clave la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo, y sus sustentabilidad, basada en la redistribución de las divisas entre el campo y la industria. No se trata de poner en jaque la propiedad privada, sino de regular el sistema para que mayor número de personas de este país vivan con más y mejor trabajo (frases hechas, pero que valen por su efectividad de comprensión).

El gobierno dice representar al conjunto de la sociedad, pero desde que llegó los sectores que más han ganado son aquellos con mayor penetración trasnacional. En efecto, bancos extranjeros, y locales, en ese orden, exportadores de productos primarios, agentes transnacionales y transnacionalizados vinculados a la energía y multinacionales en general que pueden jugar el diferencial de tasas de interés monetizando una fuga con dólar barato son los que más han ganado en estos últimos 15 meses.

En el otro extremo ha subido la pobreza, ha bajado el consumo, ha bajado el poder de compra del conjunto de los asalariados, han subido las tarifas, la deuda externa subió un 15% del PBI, la fuga se disparó un 522% respecto de 2014 (tomando los egresos de formación de activos externos que difunde el BCRA), ha caído la industria, se han abierto las importaciones.

Incluso con todo este escenario, cerrar paritarias que empaten la inflación, pasada y/o futura, sin poner en discusión el modelo Cambiemos de endeudamiento, apreciación cambiaria, apertura comercial y desprotección social es un riesgo porque en el mediano plazo la situación, de no modificarse este patrón de acumulación, será inevitablemente peor.

No se trata de esconder los desafíos que ya existían desde 2015, sino de resolverlos sin que los costos sean pagados por los trabajadores, y por los hijos de los trabajadores, como suele ocurrir cada vez que un sistema no es inclusivo y apuesta al endeudamiento.

Esta semana está en juego todo este debate, que tiene su epicentro en el sistema económico propuesto, donde el presidente aparece como gran decisor de quién gana y quién pierde en términos de actores sociales, pero también en relación a beneficios a su propio grupo económico.

Esta discusión será puesta en juego en las elecciones de este año. Por tanto es clave mostrar que no se puede avasallar derechos logrados sin dar una discusión real por el futuro del sistema productivo del país.

No hay ningún fundamento que eche luz respecto de mejoras productivas de corto o largo plazo, ergo es muy posible que cada vez haya menos posibilidades de recomponer salarios.

La calle es siempre un termómetro del lugar que ocupan los trabajadores, tanto por movilización masiva o no, por movimiento gracias a los niveles de empleo o por mostrarse más desierta producto del alto desempleo. La calle es un factor central de disputa.

Hoy la movilización docente fue masiva, cosa que será multiplicada mañana si además se movilizan otros sectores. La discusión está abierta y el gobierno aún puede modificar su posición respecto de cómo crear empleo industrial, productivo, local, que mejore grados de inclusión y de estabilidad proyectada futura de todo el país.

La calle hoy es fuerte, mucho más que con el inicio de otras experiencias con muchos puntos de contacto en lo económico tal como fueron la dictadura o los 90s. Si el gobierno apuesta a que la calle enmudezca, hoy lo que se está viendo es que por ahora no va a ocurrir. Por lo tanto ese diálogo debería ser retomado en términos sensatos y logrando que los trabajadores ganen un poco más, el sistema sea más sustentable y los empresarios ganen más por cantidad que por precio.


No es poco lo que está en juego.

Paro y marcha docente, 6-3-2017, exigiendo mejoras salariales, CABA.

El ODE-UMET es el Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, conducido por Arnaldo Bocco, en su Segundo Informe de la Deuda Externa se puede leer que:

La Argentina se endeudó en tan sólo 14 meses en USD 77.615 millones, aproximadamente un 15% del PIB. Luego del brutal proceso de apertura de la economía y del fracaso de las políticas pro-mercado del gobierno macrista que no han hecho más que acelerar el proceso de fuga de capitales, el endeudamiento se ha convertido en el respirador artificial que mantiene con vida al actual modelo económico. La demanda de dólares sigue en aumento, que no sólo es abastecido a través del mercado de cambios sino también a través de la emisión de Letes del tesoro, que subsidia la compra especulativa de dólares a través del crecimiento de la deuda. Si sumamos sólo la fuga de enero, que alcanzó los USD 3.196 millones, y las emisiones de Letes de enero y febrero por USD 4.886 millones, la salida de dólares (por atesoramiento, giro de utilidades, turismo, intereses) alcanzó los USD 8.082 millones.

Mientras la deuda suba sin ningún tipo de plan industrial,  se está dañando el tejido productivo del futuro. Esto es lo que está en juego. No es menor.