Los ciclos y los consensos sobre el sector externo

La vida de un país está recorrida por tensiones de todo tipo. Lo que se llaman "ciclos de gobierno" o simplemente "ciclos", suele tener que ver con aquellos años durante los cuales el gobierno logra contener a los distintos actores en función de ciertos objetivos sociales y económicos.

En la Argentina de los últimos 25 años (dos ciclos), más allá de la razón de ser de esos objetivos (inclusivos o expulsivos, vayamos por partes después volvemos sobre esto, que no es menor), la base inicial tuvo que ver con un denominador común: la estabilización del sector externo.

Gráfico: balance de pagos (puede verse que en 2013 la situación es la más difícil de los últimos 12 años).



En los 90s eso se logró gracias a hacer los deberes con los organismos de crédito internacional, cosa que se inició con una señal tremenda: las privatizaciones de Entel y Aerolíneas Argentinas, estas empresas que no logró privatizar Alfonsín fueron privatizadas en dos segundos por Menem, porque "todo lo que deba ser del Estado será privatizado".

Eso sirvió para dar una señal y lograr que el país se endeude pornográficamente durante 10 años. Las empresas transnacionales (ETN) hacían buenos negocios con esto, así que los organismos de crédito multilateral, conducidos por países vinculados a las ETN viabilizaron este endeudamiento que tanto dolor le causó al pueblo argentino es un marco de tipo de cambio fijo que destruyó el tejido productivo y favoreció a los servicios (no transables). Es decir, se cubrió todo el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos, con deuda, reflejada en la cuenta capital y financiera (ver gráfico). De este modo, Estado, ETN, grupos económicos locales y acreedores internacionales estuvieron de acuerdo, por lo menos hasta fines de los 90s (cosa que no impidió un reposicionamiento de los grupos locales desde 1995, vendiendo de a poquito sus participaciones en las empresas de servicios).

El endeudamiento estabilizó el sector externo durante la convertibilidad. Y así la sociedad vivió 10 años. Se destruyó el empleo (el desempleo pasó de 7,1% en 1989 a 15% en 2000), se destruyó la distribución del ingreso, que sólo mejoró entre 1990 y 1992, después empeoró hasta 2004. Todo a costa de los sectores populares, entonces invisibilizados. Porque lo que debe el Estado le duele más a los que tienen menos ingresos, ya que estos sectores precisan mucho más del Estado, que obtiene menos recursos disponibles porque debe una punta de guita, y aparece condicionado en sus políticas, porque los recursos son para los acreedores.

En este contexto, tanto a fines de los 80s como a fines de 2001 la Argentina se declaró en default, así cerró sus ciclos. En 2002 su deuda externa pública tocó casi el 100% del PBI. A mediados de 2013 llegó a ser poco más de 13%.

Adelantar y atrasar variables, son decisiones políticas con ganadores y perdedores económicos y sociales.

En el ciclo actual, una devaluación de origen permitió sostener otros 10 años de un ciclo. Los dólares ya no eran financieros, sino comerciales. Esto no es menor. En el ciclo actual, existió un consenso con tensión entre Estado, grupos económicos locales, sector financiero y sectores populares urbanos. En los 90s se destruyó el mercado interno y se favoreció el consumo importado de un sector social acomodado, en estos años se favoreció el mercado interno y el consumo de los sectores populares (vía empleo y Estado).

La negociación de la deuda fue clave en ambos casos. En aquel entonces se negoció a favor de los sectores transnacionales, en la actualidad se negoció a favor de la independencia del Estado -desendeuamiento mediante- que no necesariamente perjudicó tanto a los sectores transnacionales y no transables (en parte por las cantidades generadas, y en parte por subsidios del Estado), pero sí favoreció categóricamente a los sectores postergados durante los 90s. Se trató de una nueva alianza de sectores urbanos con sectores empresarios que expresan la fracción del capital posicionados en bienes transables (desde pellets de soja hasta automotores, pasando por vinos, trigo, biodiesel y aceites entre otros).

Es cierto, sin embargo, que tras 8 años de un modelo que incorporó a una gran parte de la población al consumo y a mejoras variadas en su bienestar, el Estado tomó la decisión de anclar el modelo vía tipo de cambio, mientras seguía inyectando recursos (período 2011-2013). Lo cual llevó a nuevas tensiones de parte de todos los sectores, a excepción del más débil políticamente, que es el popular urbano.

Luego de 10 años, el gobierno asiste a una situación inédita: revisar los apoyos y los grandes consensos dentro y fuera del mismo gobierno que los consolidó. Así, las cosas, el péndulo entre no transables y transables, que incluía disciplinamiento social agresivo para el desarrollo de los no transables (sin que sepamos si el objetivo primordial era ese disciplinamiento o ese desarrollo), parece orientarse a un penduleo menos agresivo.

¿Por qué? Si bien el sube-y-baja de los apoyos internos puede variar, en este contexto, de todos modos, el Estado hace esfuerzos por no perjudicar a quienes más precisan del Estado para estar bien, que son los sectores que precisan más industria (transables) para su ascenso social. Pero ya no como contención focalizada para evitar disturbios sociales, sino como atención integral a todos los que precisan ayuda, mientras la Argentina se ordena (vía AUH, jubilaciones, Progresar, Procrear, Conectar Igualdad, paritarias razonables, protección del trabajo...).

La Argentina, un poco empujada por la realidad internacional, y otro presionada por las restricciones locales, se está metiendo en un nuevo ciclo de consensos sobre qué hacer con el sector externo para que el modelo sea de crecimiento, orden social e inclusión en el mediano plazo.

El ordenamiento macro incluye cuestiones como un tipo de cambio flotante entre bandas, endeudamiento puntual para resolver problemas de expectativas sobre el balance de pagos, mejorar las transferencias de recursos para no subsidiar a sectores que, aun sin subsidios, van a consumir lo mismo que ahora, mejroar la infraestructura para que la competitividad del país se encuentre con menos presiones sobre el tipo de cambio, corregir las cuentas públicas para que la opción de endeudamiento sea más dinámica (y con menores tasas), propiciar las inversiones en sectores industriales estratégicos, mejorar la sustitución de importaciones, cuidar las presiones inflacionarias internas, con políticas monetarias y comerciales coordinadas (incluyendo consensos multisectoriales), generar certidumbre fiscal y cambiaria para propiciar la liquidación de las exportaciones, administrar el comercio exterior, como hasta ahora, para cuidar los empleos locales, entre otras cosas...

En la medida que no se genere una nueva espiral de valorización financiera y destrucción de la industria, cualquier solución será mejor que la noventista.

Todo esto parece un quilombo de coordinar, pero nunca un gobierno ejerció tantos años el poder y la gestión para aprender a hacerlo, como éste.

El ordenamiento macro viene de la mano del mantenimiento de las principales políticas de inclusión, lo cual es inédito en un país que está acostumbrado históricamente a los extremos. El desafío económico requiere paciencia, voluntad y capacidad, básicamente porque incorpora además el fuerte desafío político de lograr que las distintas fracciones acompañen, sin distraer el ordenamiento de la fase actual. Ahora bien, ninguna solución que busque mejorar el salario real se podrá dar sin conflicto e inflación, detalle a tener en cuenta.

Comentarios

Norberto dijo…
Sin embargo Hernan, me parece muy interesante tener en cuenta que en el '13 ocurrieron estos fenómenos que detalla Heller

"La variación que más peso tiene es la reducción del superávit comercial cambiario, que pasó de 14.700 millones en 2012 a sólo 1800 millones el año pasado, fruto de una caída en los cobros por exportaciones y un significativo aumento en los pagos por importaciones. Resulta interesante comparar esos 1800 millones de 2013, con el dato que elabora el Indec, el cual recoge el valor de los bienes que ingresan o egresan del país, independientemente de si se pagan o cobran, y que alcanzó un valor cercano a los 9000 millones para idéntico período. La comparación entre estos dos datos detalla rotundamente el efecto que tiene el financiamiento de las operaciones de comercio exterior sobre las RI. Entre las explicaciones puede citarse que el comportamiento especulativo que se produjo en el segundo semestre determinó que se prefinanciaran 2000 millones menos de exportaciones que lo normal, mientras que los pagos por importaciones superaron en unos 2800 millones el valor de las mercancías ingresadas por la Aduana. En definitiva, ingresos por exportaciones retrasados y pagos por importaciones anticipados, con efecto negativo en las RI, a los que deben sumarse los más de 4500 millones "ahorrados" en granos guardados en silos y silobolsas.
Otro ítem que colaboró en la disminución de las RI fueron los mayores egresos netos por servicios; en 2013 se fueron por este concepto 9400 millones, el 93% de este importe debido al saldo neto de turismo, viajes y pasajes.
También el sector público realizó importantes pagos por capital e intereses de deuda por 8000 millones en 2013, en cumplimiento de las previsiones presupuestarias.
En el caso de la Inversión Extranjera Directa (IED), se produjo un ingreso neto de 2400 millones, algo inferior a los 3700 millones del año anterior. Los pagos netos por utilidades y dividendos al exterior, consecuencia de la IED, fueron de 1363 millones en 2013 y de 225 millones en 2012, ambos años bajo regulaciones y acuerdos para la contención de la remisión de utilidades. Estas cifras toman relevancia al recordar que en 2010 y en 2011 se fueron por este concepto más de 4000 millones en cada año.
El resultado de la formación de activos externos del sector privado, rubro usualmente utilizado para medir la fuga de capitales, muestra el éxito de las políticas de administración de las divisas. Mientras que en 2010 y 2011 arrojó salidas de divisas por 11 mil millones y 21 mil millones respectivamente, estas se redujeron a 3400 millones en 2012, para revertir el signo y obtener un superávit de 397 millones en 2013."

http://tiempo.infonews.com/2014/03/09/editorial-120200-las-tensiones-y-la-necesidad-de-seguir-con-el-modelo.php

Creo que muchas de las conclusiones que podemos sacar deben ser contrastadas con estos datos.
Nunca menos y abrazos
Yo creo que hay alguna diferencia con respecto a otras épocas en situaciones similares y referido a la puja "transables - no transables"

Si bien no tengo por qué creer la honestidad en las declaraciones recientes de un Méndez, Ratazzi o especímenes similares en cuanto a sus deseos de sostener el valor de los salarios y los puestos de trabajo, me parece que hoy son muchos más los interesados en que el dinamismo del mercado interno no decaiga sobre todo por que el crecimiento de la década se debío precisamente a dicho mercado. Me parece que muchos más sectores se la pueden "seguir levantando con pala" con un mercado interno dinámico aunque aquellos que ni fu ni fa tienen espaldas como para hacerte torcer un poco al menos el rumbo

Yo espero que los futuros estadistas hayan aprendido de la experiencia de estos años, especialmente de los 2 últimos.

Saludos
Hache dijo…
Tanto Norber como Silez vienen a decir que la situación actual es distinta. ¿Cómo no coincicidr? De acuerdo 100%. Pero a pesar de esa situación distinta, creo que no hay que dormirse, porque si se pierde políticamente, la situación puede ser igual en lo económico en dos segundos.
Aprender de todos los que hablan o escriben con buena leche, sean más o menos críticos según cada estilo, es fundamental para estos dos años. Porque no sabemos cómo sigue la historia, y quizá debamos estar muy atentos... Abrazos
Norberto dijo…
Agradecido por tu deferencia Hernan, pero yo solo acerco los datos de Heller, porque a pesar del superavit comercial hubo perdida de divisas a lo largo del año, y que básicamente se deben a exportaciones realizadas pero no cobradas e importaciones pagadas pero no ingresadas, todo anticipando forzar la devaluación.
Nunca menos y abrazos

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