Estado y mercado, por un Consenso de Argentina
El gran problema de la Argentina, con altísimo impacto en su desigualdad y en sus ciclos inestables es la vigencia permanente de un empate catastrófico.
En la Argentina conviven:
Estos sectores están en un equilibrio catastrófico, tal como las enfermedades de Mr. Burns. Es un equilibrio débil que se rompe cíclicamente con cada restricción externa.
En la Argentina conviven:
- un campo con una fuerte ganancia por exportaciones,
- una industria que requiere dólares para crecer pero que es deficitaria en divisas,
- sindicatos históricamente fuertes y con capacidad de daño a todo el sistema productivo,
- sectores populares que sin la redistribución del ingreso desde el Estado, no alcanzan mínimos básicos de calidad de vida,
- un Estado que se hace más fuerte cuando crece la industria,
- sectores transnacionalizados, sobre todo en alimentos y energía, que apuntan más al mercado externo que al local,
- bancos extranjeros preocupados por mostrar negocios en sus casas matrices antes que en financiar la producción transable del país,
- un mercado interno que gana vigor cuando baja el desempleo, lo cual se relaciona con mejoras industriales,
- gobiernos que no resuelven la tensión de largo plazo entre legitimidad social y defícit fiscal.
Estos sectores están en un equilibrio catastrófico, tal como las enfermedades de Mr. Burns. Es un equilibrio débil que se rompe cíclicamente con cada restricción externa.
Se suele decir que el Estado se retira y desregula el
mercado para que éste último asigne recursos de una manera eficiente. Pero toda
la historia económica de la Argentina está signada por grandes beneficios
otorgados para sectores concentrados cuando el Estado no interviene con medidas
que buscan equidad social.
Como para muestra alcanza un botón, cabe recordar los
momentos en que el Estado “desreguló la economía” tales como la época de la
dictadura o los famosos noventas. Lo que puede verse es que en realidad esa
“desregulación” teórica significó un marco de reglas, que en la práctica
beneficiaron grandes grupos económicos, sectores de ganancias extraordinarias y
empresas transnacionales (por ejemplo recordar la licuación de deudas que se
dio con el seguro de cambio en la dictadura, que benefició, entre varios otros,
al Grupo Macri, y las privatizaciones que durante la convertibilidad, le otorgaron
ingentes beneficios, entre varios otros locales y extranjeros, -¡epa, de
vuelta!- al Grupo Macri).
En este sentido, hay un factor determinante que se repite en
la dictadura, en los noventas, y de manera incipiente en la actualidad:
gobiernos que adoran la deuda, que toman deuda externa para el Estado
promoviendo altas tasas de interés, que se sitúan por encima de las tasas
internacionales, y de esta forma favorecen la institucionalización de la
valorización financiera y la fuga de capitales. Lejos de una libertad económica
que brinde salud a la economía, se trata de un libre mercado intoxicado por una
deuda pública que apunta a destruir su tejido productivo en el contexto de la
apreciación cambiaria (sostenida con deuda), apertura, y caída del mercado
interno con el consecuente aumento del desempleo.
El Estado no debe retirarse, ni desregular, por el contrario, debe planificar.
El Estado no debe retirarse, ni desregular, por el contrario, debe planificar.
¿Cuál es el problema de fondo de la Argentina, más allá del modelo dominante?
La notable incapacidad para lograr una combinación de coerción y consenso de largo plazo entre todos los actores mencionados (y alguno que se me habrá escapado ahora). Esa combinación de coerción y consenso, que podríamos llamar hegemonía de largo plazo, es lo que lograron los países desarrollados del mundo. De esa forma, en base a diagnósticos realistas, lograron estabilidad macroeconómica, niveles crecientes de distribución del ingreso equiattivo pero cuidando de no presionar la inflación, se endeudaron en niveles que no ponían en juego la capacidad del Estado para sostener esa hegemonía.
Acá este tema se conoce bajo la idea de políticas de Estado. Que no las hay. No sólo deben buscarse para lograr un desarrollo, además deben ser políticas orientadas al desarrollo (tautológico pero crucial), y eso se logra con hegemonía de largo plazo distributiva, inversora, fiscal, monetaria, industrial y de asignación de recursos con un plan.
Nadie dice que fuera fácil. No lo logró ni el kirchnerismo (aunque coqueteó en varios momentos con políticas aceptables), ni lo está logrando Cambiemos (con un combo de deuda y dependencia que sabemos dónde termina). Es muy difícil, por eso no salimos de nuestras crisis cíclicas.
La notable incapacidad para lograr una combinación de coerción y consenso de largo plazo entre todos los actores mencionados (y alguno que se me habrá escapado ahora). Esa combinación de coerción y consenso, que podríamos llamar hegemonía de largo plazo, es lo que lograron los países desarrollados del mundo. De esa forma, en base a diagnósticos realistas, lograron estabilidad macroeconómica, niveles crecientes de distribución del ingreso equiattivo pero cuidando de no presionar la inflación, se endeudaron en niveles que no ponían en juego la capacidad del Estado para sostener esa hegemonía.
Acá este tema se conoce bajo la idea de políticas de Estado. Que no las hay. No sólo deben buscarse para lograr un desarrollo, además deben ser políticas orientadas al desarrollo (tautológico pero crucial), y eso se logra con hegemonía de largo plazo distributiva, inversora, fiscal, monetaria, industrial y de asignación de recursos con un plan.
Nadie dice que fuera fácil. No lo logró ni el kirchnerismo (aunque coqueteó en varios momentos con políticas aceptables), ni lo está logrando Cambiemos (con un combo de deuda y dependencia que sabemos dónde termina). Es muy difícil, por eso no salimos de nuestras crisis cíclicas.
Comentarios
¿De qué políticas de largo plazo hablás? habla de los más de 12 años e kirchnerismo y su mentira...
Acá no hay ningún empate, ni sindicatos, ni industria que valga, lo que hay es una manifiesta inconsistencia de base que genera crisis ciclicas (y por lo tanto oportunidades de negocio) en las que los supuestos bandos en pugna (y hablo de los dirigentes) son en realidad socios.
Pero es inútil, si de un lado tenés a gente que piensa que la emisión no genera inflación y que dar aumentos de salarios y jubilaciones sin una contrapartida de aumento de la riqueza genuina genera crecimiento... y del otro a gente con espaldas financieras para aprovechar los ciclos de colapso, bueno, se explica bien por qué Argentina es un desastre.