Consensos, disensos, un país, algún futuro
Creo que hay algo peor que un sistema de organización malo, y eso es cambiarlo repetidamente, una y otra vez, de acuerdo a los intereses que van ganando en cada momento.Porque no permite generar un andamiaje en base a una planificación para alcanzar objetivos futuros.
¿Por qué la Argentina es uno de los pocos países con alta inflación en el mundo? La respuesta es porque no hay consenso respecto del rumbo de construcción productiva que debe tener el país. Es decir, no hay consenso distributivo.
De este modo, la relación de fuerzas entre los distintos grandes actores es cambiante y va imponiendo sus visiones de país cada vez que puede. La inflación es un indicador de poder variante entre un sector que quiere más ganancias y otro que exige más consumo (para ir a lo más grueso, después hay múltiples detalles macro y microeconómicos). Para que no sea variante, debe haber acuerdos distributivos, fiscales, monetarios, comerciales y cambiarios.
¿Cuáles son esos actores? Deben analizarse en su relación con la moneda doméstica y las divisas extranjeras: los que consgiguen divisas comerciales netas (el campo), los que aportan divisas financieras (sector financiero), los que necesitan divisas netas para producir (sector industrial), los que quieren remitir divisas, los trabajadores (que se organizan para mejorar su poder adquisitivo, con impacto en el flujo de divisas), los sectores postergados, el gobierno (de cuyo gasto público depende parte de su consenso social).
Por eso, la inflación es uno de los indicadores de falta de consenso. También puede ocurrir que no haya consenso (nunca lo hay en realidad) pero tampoco haya ningún poder en los trabajadores, lo cual se vincula con una menor demanda, y eso disminuye la inflación, o la hace desaparecer (ejemplos: la Argentina de los 90s, Grecia actual, etc.). Es largo.
Hemos dicho varias veces que el crecimiento (como el ocurrido entre 1991 y 1998, un +25%) no genera desarrollo (subió mucho el desempleo), y la redistribución equitativa (que bajó el desempleo, aunque sea con crecimiento, como entre 2004 y 2013, cerca de +63%, según la base 2004) tampoco, por más socialmente justo que sea.
Entonces es pertinente para estabilziar la economía en el largo plazo y en el muy largo plazo, pensar en las verdaderas causas. Eso implica repensar los consensos. Cuando se habla de un gobierno que haga las cosas bien, lo primordial es encontrar consensos de largo plazo, eso quiere decir, que ante un cambio de poder de los actores, las disputas distributivas no afectarán la macro, salvo en los márgenes.
¿Cómo se consigue esto? Evitando los extremos, y generando políticas de largo plazo, las famosas políticas de Estado, que no son otra cosa que consolidar un andamiaje institucional con consenso de parte de todos. Una planificaicón para el desarrollo supone que estemos todos más o menos de acuerdo, que haya un cierto nivel de protección laboral, de protección industrial, sectores estratégicos promocionados, crédito productivo, y un aceptable nivel de renta agropecuaria y financiera. El capitalismo es así de difícil. Siempre será tirante, pero si hay consenso es más difícil que haya penduleo.
Cuando se dice que se deben evitar los extremos, ello implica no llegar a situaciones abruptas, donde algún actor esté muy disconforme (porque si gana poder eso repercutirá en inestabilidad). Las grandes cosas requieren grandes consensos. Es mucho lo que se habla de grieta, pero la única forma de resolverla en términos materiales es avanzando en los puntos en común. Un gobierno que quiera hacer las cosas bien deberá encontrar esos justos medios: tomar deuda si conviene pero sin aceptar condiciones que impidan tomar decisiones, permitiendo aceptables ganancias de los sectores más fuertes pero sin dejarse apretar, logrando que los trabajadores tengan sueldos aceptables pero sin tensionar las posibilidades productivas de cada unidad, redistribuyendo el ingreso pero sin superar las capacidades productivas del país. Está claro que es polémico, como cualquier consenso, sobre todo cuando aún no está logrado.
Si fuera fácil ya se habría hecho, si todos quisieran un consenso, todos lo buscarían. Así que la responsabilidad recae en el gobierno, con la obligación de organizar el Estado y sus actores. El kirchnerismo no lo hizo. El gobierno de Macri es nuevo, debe tener en cuenta estas cosas. En principio no parece que así sea. Administrar un país jerarquizando la noción de consenso antes que la de mejorar ganancias a un sector por afinidad (cosa que puede perjudicar a los demás sin ningún criterio), es la clave para poder estabilizar al país en el largo plazo.
¿Por qué la Argentina es uno de los pocos países con alta inflación en el mundo? La respuesta es porque no hay consenso respecto del rumbo de construcción productiva que debe tener el país. Es decir, no hay consenso distributivo.
De este modo, la relación de fuerzas entre los distintos grandes actores es cambiante y va imponiendo sus visiones de país cada vez que puede. La inflación es un indicador de poder variante entre un sector que quiere más ganancias y otro que exige más consumo (para ir a lo más grueso, después hay múltiples detalles macro y microeconómicos). Para que no sea variante, debe haber acuerdos distributivos, fiscales, monetarios, comerciales y cambiarios.
¿Cuáles son esos actores? Deben analizarse en su relación con la moneda doméstica y las divisas extranjeras: los que consgiguen divisas comerciales netas (el campo), los que aportan divisas financieras (sector financiero), los que necesitan divisas netas para producir (sector industrial), los que quieren remitir divisas, los trabajadores (que se organizan para mejorar su poder adquisitivo, con impacto en el flujo de divisas), los sectores postergados, el gobierno (de cuyo gasto público depende parte de su consenso social).
Por eso, la inflación es uno de los indicadores de falta de consenso. También puede ocurrir que no haya consenso (nunca lo hay en realidad) pero tampoco haya ningún poder en los trabajadores, lo cual se vincula con una menor demanda, y eso disminuye la inflación, o la hace desaparecer (ejemplos: la Argentina de los 90s, Grecia actual, etc.). Es largo.
Hemos dicho varias veces que el crecimiento (como el ocurrido entre 1991 y 1998, un +25%) no genera desarrollo (subió mucho el desempleo), y la redistribución equitativa (que bajó el desempleo, aunque sea con crecimiento, como entre 2004 y 2013, cerca de +63%, según la base 2004) tampoco, por más socialmente justo que sea.
Entonces es pertinente para estabilziar la economía en el largo plazo y en el muy largo plazo, pensar en las verdaderas causas. Eso implica repensar los consensos. Cuando se habla de un gobierno que haga las cosas bien, lo primordial es encontrar consensos de largo plazo, eso quiere decir, que ante un cambio de poder de los actores, las disputas distributivas no afectarán la macro, salvo en los márgenes.
¿Cómo se consigue esto? Evitando los extremos, y generando políticas de largo plazo, las famosas políticas de Estado, que no son otra cosa que consolidar un andamiaje institucional con consenso de parte de todos. Una planificaicón para el desarrollo supone que estemos todos más o menos de acuerdo, que haya un cierto nivel de protección laboral, de protección industrial, sectores estratégicos promocionados, crédito productivo, y un aceptable nivel de renta agropecuaria y financiera. El capitalismo es así de difícil. Siempre será tirante, pero si hay consenso es más difícil que haya penduleo.
Cuando se dice que se deben evitar los extremos, ello implica no llegar a situaciones abruptas, donde algún actor esté muy disconforme (porque si gana poder eso repercutirá en inestabilidad). Las grandes cosas requieren grandes consensos. Es mucho lo que se habla de grieta, pero la única forma de resolverla en términos materiales es avanzando en los puntos en común. Un gobierno que quiera hacer las cosas bien deberá encontrar esos justos medios: tomar deuda si conviene pero sin aceptar condiciones que impidan tomar decisiones, permitiendo aceptables ganancias de los sectores más fuertes pero sin dejarse apretar, logrando que los trabajadores tengan sueldos aceptables pero sin tensionar las posibilidades productivas de cada unidad, redistribuyendo el ingreso pero sin superar las capacidades productivas del país. Está claro que es polémico, como cualquier consenso, sobre todo cuando aún no está logrado.
Si fuera fácil ya se habría hecho, si todos quisieran un consenso, todos lo buscarían. Así que la responsabilidad recae en el gobierno, con la obligación de organizar el Estado y sus actores. El kirchnerismo no lo hizo. El gobierno de Macri es nuevo, debe tener en cuenta estas cosas. En principio no parece que así sea. Administrar un país jerarquizando la noción de consenso antes que la de mejorar ganancias a un sector por afinidad (cosa que puede perjudicar a los demás sin ningún criterio), es la clave para poder estabilizar al país en el largo plazo.
Comentarios
pero lo demas... de dónde viniste, de utopía?
Estoy diciendo que deben lograrse consensos sin tironear de más. Es una idea que tengo desde siempre: la mejor forma de redistribuir el ingreso es hacerlo con cierto consenso sobre los sectores concentrados que "pierden" un poco. Es verdad que hay grados, en la Argentina existió algún consenso, sin dudas el consenso se construye, no viene dado, en Venezuela ya no hay ninguno.
No mencioné el concepto gramsciano de hegemonía, pero todo mi texto habla de eso.
Yo también tengo amigos macristas, Comandante. Aunque no sé si suena bien. La frase está trillada.
Veo que a Dios gracias no ha tomado mi comentario compulsivo como una agresión.
Pero, cómo se compatibiliza "Hegemonía" con "Consenso"? Consenso acotado por supuesto.
Otros lo pueden decir mejor que yo.
Abrazos
http://fernandezbaraibar.blogspot.com.ar/2015/12/no-es-una-grieta-son-dos-proyectos.html
Ya que se trae a cuento, parece que hay un espíritu gramsciano flotando, el cro. Telechea es explícito al respecto. algo maso se tocó en lo de don Abel
Y no se, respeto las ideas de pensadores europeos y entiendo que algo de lo que se dice hay pero, como esas ideas surgen de sociedades con características particulares y en un tiempo particular .... es como que le falta algo para terminar de redondear nuestra situación...
Pero buehh.... lo claro es la disputa por el modelo del país -en términos opmitistas- ha renacido. E imponer el nuevo supone una lucha larga y sin ningún tipo de resultado favorable garantizado.