Tensión social e imbricación colectiva. Elecciones 2013
La manera como se organizan las sociedades no es fría. Está en constante movimiento. La democracia permite que ese movimiento sea aún mayor que con otros sistemas.
Existe una "neurosis social" que apunta a una forma de organización congelada, como si fuera un punto de llegada. Es así y no se toca más. Una fantasías.
Malas noticias: nunca es así, siempre va a poder ser de otro modo. Mejor, peor, más o menos. Para otros, para los mismos, para los mismos beneficiando a otros, con ganadores y perdedores que siempre varían, aunque algunos nunca pierdan, en todo caso ganan mucho más o mucho menos, y tienen menos control sobre el Estado, o más poder.
Siempre en movimiento, señores. No existe otra cosa. La sociedad se organiza a sí misma de manera dinámica. Si existe inclusión social, los incluidos van a querer otra cosa, ya no la misma que cuando estaban excluidos. Si hay exclusión, la presión de los intereses relegados alguna vez va dar vuelta las cosas.
La Argentina tiene un montón de sectores, fracciones del trabajo y el capital en pugna. Lógicamente, todos quieren estar mejor (que no siempre es una medida material, muchas veces tiene que ver con el poder sobre las cosas del Estado y la sociedad). Esta puja se puede resultar en variación de precios o de cantidades, de bienes y servicios, o monedas. ¿Ejemplos? En el aire se me ocurren exportadores, de materias primas y con más o menos elaboración (estos últimos más mercado internistas que los agropecuarios), productores de servicios, comercios, bancos y entidades financieras, de acá y de allá, grandes empresas, PyMEs, ETNs, el sector judicial, trabajadores de distintas empresas, de distintos sectores, sindicatos, de distintos sectores, asociaciones de actores, dirigentes políticos, medios de comunicación, minorías relegadas o no, inversores extranjeros, distintas provincias con distintos intereses, militantes políticos, y muchos más, como por ejemplo GreenPeace. El kirchnerismo en estos años logró que todos estos actores se muevan de manera más colectiva que antes, con una representación política para peticionar frente a las autoridades.
Así y todo, el conflicto no es menor. No porque sea mayor, sino porque se visibilizan muchos intereses que antes, durante los 90s, no tenían forma de ser atendidos. El conflicto está visibilizado, o sea. Porque muchos de estos colectivos organizados de intereses estaban debilitados por un Estado que los contenía para reproducir un sistema de exclusión.
Todo esto nunca puede llegar a un punto final. Siempre va a estar en movimiento. Y es natural que así sea. Desde una movilización que corta una calle frente a un ministerio, hasta los lobbys empresarios para que se devalue. Todo es natural. Depende del Estado que se mantengan los canales institucionales, que no se dirima por la violencia. Y depende del Estado y su poder, quién gana y quién pierde en cada caso. El Estado, dicho sea de paso, es resultado político de fuerzas sociales en juego.
Me estaba olvidando la idea inicial que me hizo abrir el blog para escribir, pase lo que pase hay dos cosas que son seguras: los intereses en pugna van a seguir porque no hay triunfos finales posibles, y con estos 10 años se demostró que se pueden hacer las cosas para no ajustar sobre los trabajadores desde la iniciativa del Estado (obviamente en abierta tensión con el mercado, que sí va a buscar ajustar). Nunca la Argentina vivió tanto tiempo un proyecto inclusivo, con la misma voluntad política a cargo del gobierno.
Así llegamos a las elecciones del domingo. En este orden de ideas, la vida va a seguir el 28/10. Con cambios posiblemente menores de ganadores y perdedores. Cabe suponer que cualquiera sea el resultado electoral, el resultado político va a ser un gobierno pensando en no debilitarse frente a 2015 (escogiendo entre mantenerse fuerte como fuerza política o como proyecto de gobierno) y una oposición haciendo malabares para asociarse en función de un proyecto común, distinto al que existió estos 10 años (donde las ambiciones personales estarán en tensión con los objetivos colectivos macro del acumulado político opositor).
Existe una "neurosis social" que apunta a una forma de organización congelada, como si fuera un punto de llegada. Es así y no se toca más. Una fantasías.
Malas noticias: nunca es así, siempre va a poder ser de otro modo. Mejor, peor, más o menos. Para otros, para los mismos, para los mismos beneficiando a otros, con ganadores y perdedores que siempre varían, aunque algunos nunca pierdan, en todo caso ganan mucho más o mucho menos, y tienen menos control sobre el Estado, o más poder.
Siempre en movimiento, señores. No existe otra cosa. La sociedad se organiza a sí misma de manera dinámica. Si existe inclusión social, los incluidos van a querer otra cosa, ya no la misma que cuando estaban excluidos. Si hay exclusión, la presión de los intereses relegados alguna vez va dar vuelta las cosas.
La Argentina tiene un montón de sectores, fracciones del trabajo y el capital en pugna. Lógicamente, todos quieren estar mejor (que no siempre es una medida material, muchas veces tiene que ver con el poder sobre las cosas del Estado y la sociedad). Esta puja se puede resultar en variación de precios o de cantidades, de bienes y servicios, o monedas. ¿Ejemplos? En el aire se me ocurren exportadores, de materias primas y con más o menos elaboración (estos últimos más mercado internistas que los agropecuarios), productores de servicios, comercios, bancos y entidades financieras, de acá y de allá, grandes empresas, PyMEs, ETNs, el sector judicial, trabajadores de distintas empresas, de distintos sectores, sindicatos, de distintos sectores, asociaciones de actores, dirigentes políticos, medios de comunicación, minorías relegadas o no, inversores extranjeros, distintas provincias con distintos intereses, militantes políticos, y muchos más, como por ejemplo GreenPeace. El kirchnerismo en estos años logró que todos estos actores se muevan de manera más colectiva que antes, con una representación política para peticionar frente a las autoridades.
Así y todo, el conflicto no es menor. No porque sea mayor, sino porque se visibilizan muchos intereses que antes, durante los 90s, no tenían forma de ser atendidos. El conflicto está visibilizado, o sea. Porque muchos de estos colectivos organizados de intereses estaban debilitados por un Estado que los contenía para reproducir un sistema de exclusión.
Todo esto nunca puede llegar a un punto final. Siempre va a estar en movimiento. Y es natural que así sea. Desde una movilización que corta una calle frente a un ministerio, hasta los lobbys empresarios para que se devalue. Todo es natural. Depende del Estado que se mantengan los canales institucionales, que no se dirima por la violencia. Y depende del Estado y su poder, quién gana y quién pierde en cada caso. El Estado, dicho sea de paso, es resultado político de fuerzas sociales en juego.
Me estaba olvidando la idea inicial que me hizo abrir el blog para escribir, pase lo que pase hay dos cosas que son seguras: los intereses en pugna van a seguir porque no hay triunfos finales posibles, y con estos 10 años se demostró que se pueden hacer las cosas para no ajustar sobre los trabajadores desde la iniciativa del Estado (obviamente en abierta tensión con el mercado, que sí va a buscar ajustar). Nunca la Argentina vivió tanto tiempo un proyecto inclusivo, con la misma voluntad política a cargo del gobierno.
Así llegamos a las elecciones del domingo. En este orden de ideas, la vida va a seguir el 28/10. Con cambios posiblemente menores de ganadores y perdedores. Cabe suponer que cualquiera sea el resultado electoral, el resultado político va a ser un gobierno pensando en no debilitarse frente a 2015 (escogiendo entre mantenerse fuerte como fuerza política o como proyecto de gobierno) y una oposición haciendo malabares para asociarse en función de un proyecto común, distinto al que existió estos 10 años (donde las ambiciones personales estarán en tensión con los objetivos colectivos macro del acumulado político opositor).
Comentarios
(Me quedé sin una sola palabra que pudiera adicionar sin que sonara a redundante).
Saludos.
Esther