Paritarias 2012: puja de poder y danza con números

Ya se empiezan a vislumbrar las primeras tomas de posición. Algunos sindicatos ya están marcando la cancha.

Veamos.


La CGT es bastante importante a la hora de marcar pisos y techos. Durante 2011 la CGT cerró un aumento salarial del 24% a regir desde el 1ero de julio de 2011. Este porcentaje, negociado "sin pisos ni techos" en aquel entonces, recordemos, terminó funcionando como piso para el resto de las negociaciones. En este momento, esperan construir el mismo tablero de negociación que hace un año. Comprensible.

Actualmente, la CGT, en el marco de ciertas tensiones con el gobierno nacional, apunta al 25%, o sea nada para escandalizarse si consideramos que 2011 tuvo una performance similar a 2010.

Sin embargo, es cierto que para 2012 no se espera la misma expansión que a principios de 2011 se esperaba para este año (más allá de algunas señales ambiguas), por un lado, y además parece ser objetivo del gobierno pisar todas las presiones inflacionarias para que las variables calmen su volatibilidad, por otro. En este sentido más de uno está hablando de la emergencia de un Plan para negociar paritarias en torno al 18%, lo que muy creativamente se ha denominado "Plan 18". En este escenario, la presidenta ha dado algunos indicios de que prefiere estabilizar el modelo para tener aire en función de profundizar los aspectos pendientes de la inclusión social. Lo cual resulta entendible y atendible. 

Para muestra alcanza un botón dicen, y aunque sabemos que no es así, veamos un caso. Los bancarios, uno de los gremios que mejor negoció en 2011, consiguió un aumento del 29,5%, después de que les sumaran $1000 durante cada mes que demoraron en cerrar el aumento a cuenta de ese cierre. No es casual entonces que ahora estén pidiendo $1290 a cuenta del próximo cierre: es una forma de poner el porcentaje alcanzado en la última negociación -la de 2011- como piso para 2012. Por supuesto (¿por supuesto?) la patronal no quiere convalidar eso.

Acá estamos señores, leyendo la puja distributiva, que defendemos en términos de equidad, como siempre. Se nos vienen a la cabeza dos debates posibles:

1. la puja en este momento parece tener objetivos claros de todos lados: la organización de los trabajadores quieren sostener el escenario construido en 2011 y, de mínima, lograr los mismos aumentos, los empresarios pretenden un horizonte más moderado, como no puede ser de otra manera. En este punto el debate sería que es lo más justo pensando la inclusión social y la distribución del ingreso (que incluye la siempre mentada búsqueda del 50/50);

2. el otro debate, en imbricación con el anterior, es cuál es el rol del Estado en esta discusión, en esta puja de poder por la asignación de la riqueza. Y entonces surgen algunos problemas: en un país donde la inclusión social no es plena y donde el 35% aún no está sindicalizado, el Estado debe emerger cuidando a todos los sectores, especialmente a los relegados de los beneficios del modelo. El sector relegado de los beneficios del modelo son los trabajadores informales y cualquier persona que no alcance a consumir de acuerdo a sus necesidades. Es en este sentido que cabe entender que el Estado busque moderar las presiones inflacionarios que lastiman al furgón de cola de la bonanza de un modelo que ha dado trabajo, crecimiento e inclusión social con bienestar, pero que todavía tiene algunas porciones de la sociedad con necesidades insatisfechas.

Todas estas variables empujaron la situación a una tensión entre la CGT y el gobierno; una puja donde la Central busca lo mejor para sus representados (sin descuidar las luchas de poder internas) y el Estado busca equilibrar el modelo para que el juego no sea suma cero entre sectores sociales. Pero nada se puede decir de esta tensión: hacer futurismo con este tema es tomar posición confusamente en contra de los intereses de igualdad y bienestar social.

No cabe suponer que los empresarios pueden hacerse los rulos, coinciden sus pretensiones con las del Estado en términos coyunturales. Pero este Estado, que siempre se mostró activo, y proactivo, en la búsqueda de la igualdad social le va a exigir mucho al empresariado para que invierta y no realice remesas de utilidades al exterior, como contracara de esta coincidencia.

Señores y señoras, entonces, bienvenidos al juego de la puja por la redistribución del ingreso. Un juego de poder, pero con contenido y objetivos. Un juego de poder donde el Estado asume un rol insoslayable y central, porque el aparato del Estado reviste cierta supremacía para establecer el escenario.

P.S.: al día siguiente de este post, hubo una señal en dirección hacia el "Plan 18", ver acá.

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