El poder económico y político vale mucho más que la rentabilidad

Uno de los temas de debate que han ganado espacio en  los últimos tiempos, tiene que ver con la forma cómo se comporta el poder económico en la Argentina.


En los años que van desde 2003 hasta la actualidad apareció una pregunta que históricamente parece nueva: ¿por qué en un país que crece a tasas chinas, que superan el 8% promedio anual, la dirigencia empresaria concentrada, que son altos beneficiados económicos del modelo, se crispan con el gobierno que sostiene el mismo modelo que los beneficia?


Miremos algunos indicadores para la Argentina, con los datos, por ejemplo, del CEI.
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Las exportaciones de productos primarios alcanzaron entre 1993 y 2001 un promedio de U$S 5.170 millones. Y entre 2003 y 2009 un promedio de U$S 9.600 millones. Crecimiento promedio: 87% (sin contar 2010).


Las exportaciones de MOI (manufacturas de origen industrial), promedio entre 1993 y 2001, U$S 6.860 millones, y U$S 14.500 millones entre 2003 y 2009. Crecimiento promedio: 112%.


Las exportaciones de MOA (manufacturas de origen agropecuario) en millones, U$S 7.600 y U$S 16.300, respectivamente. Finalmente combustibles y energía 3.000 y 6.700, respectivamente. Crecimiento promedio: 116%.


Las exportaciones de combustibles y energía alcanzaron un crecimiento promedio de 130% entre el promedio de 1993 a 2001, por un lado, y el de 2003 a 2009, por otro.


El PBI real creció 2% promedio cada año entre 1993 y 2001, y más de 7% promedio cada uno de los años desde 2003 a 2009. El consumo privado creció un 50% entre 2003 y 2009, mientras que el público un 41,5% en el mismo período. La construcción creció casi un 95% desde 2003, y un 38% desde el pico del modelo anterior (1998). Asimismo, los servicios tampoco detuvieron su crecimiento. Por su parte el sector financiero tuvo récord de ganancias durante 2010, tal como dice La Nación.
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Con este repaso se buscó mostrar que hay un crecimiento de la economía en todos los rubros, y por tanto, hay beneficiarios de este crecimiento. Hay empresas que están mejor, empresarios y agricultores que están mejor que hace una década. Y mucho. Incluso los trabajadores están mejor gracias a que las empresas están mejor. No es un modelo que prime a los trabajadores sobre la renta empresaria. ¿Entonces qué pasa?

En los últimos 7 años la Argentina vivió un proceso de recorporativización de las representaciones patronales. Es decir, se revirtió el proceso de atomización representativa que existió durante los neoliberales noventas, de manera tal que los representantes patronales de cada sector ganaron un nuevo espacio en la discusión política, ideológica,, económica y, especialmente, mesoeconómica o sectorial. Esta rejerarquización de los colectivos patronales se efectuó a la par que fueron ganando un lugar preponderante en la puja distributiva los sindicatos representativos de los trabajadores organizados, que pugnan por equilibrar la apropiación del excedente económico de la producción privada. 

De esta manera volvieron a tener un lugar preponderante en el discurso y en la discusión política la CGT, los distintos sindicatos sectoriales, la SRA, la CRA, la FAA, la UIA, la ADEBA, la ABA, la CAC, la Cámara de la Construcción, la Bolsa de Comercio, la AEA, etc. Véase que "casualmente" se están dando cita en Punta del Este por estos días.


Como decía Lavagna en 2005, o como dice Verbitsky, el debate con el campo está ideologizado. El verano argentino suele ser una época del año clave, porque hay exportaciones en marzo de varios de los principales cultivos de la Argentina.


Es llamativo como grandes agentes económicos del sector que son altos beneficiarios del tipo de cambio competitivo son los que peor tratan a los trabajadores. Es el país de los contrastes. Y en estos contrastes los representantes del agro creen que tienen lugar para exigir más del Estado. No porque les vaya mal, sino porque quieren todo. O en el mejor de los casos, quieren decidir ellos cuánto de ese todo le corresponde a la sociedad o a los demás sectores, sin ningún análisis integral de desarrollo productivo o regional.


En este sector como en ninguno se detesta la acción del Estado (no es casual que sea uno de los sectores más vinculados con la dictadura). No se discute cuánto se gana sino el rol del Estado. Y no se discute cuánto se gana porque actualmente la rentabilidad de la producción agrícola es excelente. Se discute cómo y quién redistribuye. El conflicto por los derechos de exportación de 2008 (conocido como el conflicto de las retenciones modificadas por la 125) es un claro ejemplo de esto. No se discutían las ganancias del sector, se discutía quién tenía mayor incidencia sobre cómo se repartían esas ganancias: ¿correspondía al sector, ninguneando al Estado, o al Estado ser el principal decisor de la manera como se repartían las ganancias? En aquel entonces Cobos apoyó a un actor por sobre el conjunto de la sociedad. 


Aquí se discute poder: cuantos menos sean los que mandan en el sector mejor (para los que mandan). Mientras esta discusión se de en un contexto democrático es relativamente sana. Se construyen relaciones de fuerza y se da una batalla por el poder. Normalmente, cuando ganan los sectores empresarios (como en 2008 con la 125) se habla de reacomodamientos reaccionarios. Por el contrario, cuanto más estructurales sean las decisiones a favor de los trabajadores (ocupados o desocupados) se habla de conquistas sociales. 


Recordemos que un Estado que desregula el mercado no aporta a su libre competencia, sino inversamente, ejerce una "presión" sobre el agente económico más fuerte del mismo para que haga las veces de re-regulador de dicho sector (imponiendo precios, condiciones, normas, proveedores, etc). Un "mercado autorregulado" es un mercado regulado por su actor principal, por eso es un eufemismo dicha expresión. 


La industria argentina vive una época de bonanza, especialmente la gran industria, la misma que tiene mucho poder tanto en la UIA como en AEA. Aquí nos encontramos con la misma lógica que en el sector agropecuario: los representantes del sector quieren tener otra injerencia en las acciones del Estado respecto de los instrumentos que les otorga el Estado para ejecutar sus programas. No importa si las ganancias son más altas que en otras ocasiones o si hay más crédito que nunca para ellos, lo que importa es quién toma las decisiones sobre hacia dónde se orienta el sector. Por eso se alejan de este gobierno que ejerce mucho poder desde el Estado.


El poder de los sindicatos, la fuerza de los camioneros, las paritarias, la puja por la distribución del ingreso son algunas de las cuestiones que disgustan y pesan mucho más que las billeteras de estos industriales. 


Apurando el cierre del post, se podría decir que el resto de los sectores están en situaciones similares de crecimiento. Aunque cada uno con sus propios problemas de pujas de poder.


En la Argentina actual la discusión no es ganar o perder dinero, sino quién tiene mayor o menor poder para orientar el modelo de acumulación. 


En los noventa el actor del cambio era el sector empresario, especialmente el tándem conformado por las empresas transnacionales, el sector financiero y los grandes grupos económicos locales. Que lejos de comportarse como una burguesía nacional que pensara el desarrollo sustentable en cada una de sus acciones, se fue disociando de los trabajadores como estrategia de crecimiento. 


En la etapa de la post-devaluación, con variables macroeconómicas que sostienen una inclusión social superior a la época de la convertibilidad, los trabajadores, que no tienen una situación económica maravillosa, pensando en el bienestar social, sí tienen otra participación en la estrategia de crecimiento del país, gracias al lugar que el Estado les da en la puja distributiva. 


¿Quién establece la agenda pública, quién establece cuáles temas son cuestiones socialmente problematizadas? Como dicen Oszlak y O'Donnell  "ninguna sociedad posee la capacidad ni los recursos para atender la totalidad de necesidades y demandas de sus miembros; sólo algunas cuestiones son “problematizadas” en el sentido de que ciertos sectores o grupos estratégicamente situados creen que pueden y debe hacerse algo a su respecto, así como están en condiciones de incorporarlos a la agenda de problemas socialmente vigentes". 


Por tanto, la agenda pública se establece por la capacidad de conflicto de los actores sociales en pugna. También cambia, según la configuración y orientación del Estado, la definición de la agenda de gobierno. La agenda de gobierno toma y define para su labor, cuestiones socialmente problematizadas vigentes o latentes. La Argentina actual asiste a una pelea política e ideológica por influir sobre la manera como los temas entran en la agenda de gobierno. 


Porque como decía Lewis Carroll "no se domina lo que no se nomina", o sea quien define es quien decide. Lo cual quiere decir que el actor que más se acerque a imponer su diagnóstico de los hechos en debate, más probabilidades tendrá de que la resolución política le convenga a sus intereses. Ante un Estado que impone su  propio diagnóstico de los hechos, la dirigencia empresaria se ve amenazada. Toda pelea política es por poder. 

Comentarios

Che, muy buen aporte!
Lo leí por arriba, pero vale la pena leerlo con mayor detenimiento.
Saludos!

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